Ficha película

Título:
El hijo de la novia
Director:
Juan José Campanella
Intérpretes:
Ricardo Darín, Norma Aleandro, Héctor Alterio, Natalia Verbeke, Eduardo Blanco.
Calificación:
Crítica

Aristarain quizás fue el que descubrió esas cinco maravillosas palabras que destapan la pauta de una cinematografía argentina llena de elementos “mágicos”, heredados directamente de la mejor tradición del cine de Frank Capra; directores como Subiela han filtrado ese mensaje preciosista, sentimental e intimista elevando la expresión y las historias a la categoría de “magia” a la hora de conectar con el espectador. El sentimiento que se tiene al ver este film, en definitiva, es el de que todo está “un poco mejor”, algo que ya Preston Sturges –otro maestro de ese “realismo mágico”- ejerció en los albores de Hollywood.
Si hay algo brillante en la nueva película de Campanella es su austeridad formal: el ajustado presupuesto y la falta de recursos audiovisuales facilones para provocar los sentimientos –como sucedía en “Amelie”, una cinta muy bonita, pero muy tramposa que buscaba la emoción con filigranas visuales..- se suplen con un guión de acero, que logra conmover a cada plano y a cada frase dicha por un reparto actoral que parece en estado de gracia. Aunque los “tipos” de personajes parezcan estar sacados de un manual de escritura cinematográfica –el protagonista, el antagonista, el contrapunto cómico, la chica, etc.- la sólida estructura argumental los aglutina de forma inamovible y efectiva para llegar a un clímax tan dulce y bonito que prácticamente es imposible estar emocionado en casi todo el metraje y en el apoteósico final: un hombre acaba de sufrir un infarto, replanteándose toda su vida que ha estado siempre marcada por lo que “debería” hacer, en vez de lo que realmente querría haber hecho; dirigiendo un restaurante heredado de su padre, le ayudará para que haga finalmente feliz a su esposa aquejada de Alzheimer, casándose con ella por la iglesia.
Seguramente ese “realismo mágico” esté mejor plantado que en las almibaradas visiones italianas de Giuseppe Tornatore, y tienen más que ver –aunque con menos elementos dramáticos- con las del propio cine español. El recital interpretativo de Norma Aleandro, Ricardo Darín –recientemente visto en “Nueve Reinas”- y el gran Héctor Alterio sólo es comparable a la capacidad para hacer avanzar la historia de Campanella, curtido director que en diez años ha logrado destilar un tipo de cine que parecía denostado o pasado de moda, pero que en realidad, habla de lo que nos ocurre a todos: solucionar todas aquellas cosas que nos preocupan en la vida, intentando que todo funcione mejor y buscando nuestro lugar en el mundo. Una verdadera maravilla, no se la pierda.


Federico Casado Reina



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