Ficha película

Título:
Jeepers Creepers
Director:
Victor Salva
Intérpretes:
: Justin Long, Gina Philips, Jonathan Breck, Patricia Belcher, Eileen Brennan, Brandon Smith.
Calificación:
Crítica

El género cinematográfico del terror es uno de los más difíciles de llevar a buen puerto: la frontera entre aquello que da miedo y lo ridículo, está difusamente definida por la imaginación, el auténtico motor que nos hace sentir escalofríos y presentir un inminente encuentro con la criatura más espeluznante que hayamos podido figurarnos. El cine siempre nos ha regalado buenas dosis de esa emoción, servida con un lenguaje sonoramente amenazante y con imágenes tan misteriosas e intencionadamente veladas como para crearnos un propio universo de suspense y tensión.
Desgraciadamente este género se prostituyó hasta niveles insospechados con el mal entendido “gore” que, con personajes como el Jason de la interminable saga “Viernes 13”, pretendía apabullar al espectador con un lamentable espectáculo de sangre y vísceras más propio de una casquería que de una película de terror, donde precisamente lo que nos da miedo es aquello que no vemos. Tenemos el reciente caso de “El silencio de los corderos” y su saga “Hannibal”: mientras que en el excelente primer film de Jonathan Demme se creaba una atmósfera tan turbadora como siniestra y enrarecida –con dos psicópatas impagables como el travestido “Buffalo Bill” y el inefable Doctor Lecter- en la continuación dirigida por Ridley Scott todo era tan evidente, tan diáfanamente explícito, que no producía alteración alguna en el espectador. Por supuesto, en esta revisión también tenemos que hablar de todas esas películas escritas por el mediocre Kevin Williamson, y que han provocado una nueva “moda” entre la adolescencia norteamericana, con “Scream” y sus sagas o “Sé lo que hicisteis el último verano” y continuaciones.
“Jeepers Creepers” tiene un buen arranque, ridiculizando toda esta pléyade de cine adolescente de casquería descerebrado, donde un maniaco descuartiza los turgentes cuerpos de las estudiantes insolentes e inconscientes que se ponen en su camino. El problema, es que al final Victor Salva, su director, a pesar de homenajear buena parte de los pilares fundamentales de este subgénero terrorífico de los sesenta –con referencias bastante explícitas, y porqué no decirlo, bien traídas a películas como “El diablo sobre ruedas” o “La matanza de Texas”-, termina cayendo en los mismos tópicos que todas las películas de gran consumo y explotación: todo el misterio planteado en un arranque brillante –dos hermanos que recorren Norteamérica con su coche descubren una misteriosa iglesia abandonada donde un extraño personaje tiene una especie de cementerio de cadáveres, persiguiéndoles implacablemente hasta un publecito cercano cuando le descubren-, se malogra con la aplicación más burda de la fórmula comercial del éxito en estas cintas. Desgraciadamente, a pesar del interés por la originalidad, lo turbador se convierte en evidente, lo misterioso en explícito, dando forma a algo que jamás debería tenerla, como bien postuló Lovecraft: el terror.


Federico Casado Reina



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