En el paraíso cubano del 1800 un hombre se enamora tan perdidamente de una mujer... que además de entregarle su amor, le entrega su vida entera ¿Les suena, verdad? Pues claro, es uno de los temas más recurrentes de la historia del cine, desde los albores del séptimo arte. Desde Barbara Stanwyck hasta Rita Hayworth, pasando por Ava Gardner o Kathleen Turner, muchas han sido las “mujeres fatales” que han traído de cabeza a los hombres ciegos por el amor o por la simple pasión, y que no veían las verdaderas intenciones de sus objetos de deseo.
La novela de Woolrich, quizás planteaba una disquisición hasta ahora novedosa en este tipo de filmes: que el hombre, consciente del posible engaño, se asegurara la fidelidad de la antaño díscola mujer entregándole todas sus posesiones, aunque haciendo algo de memoria, De Niro lo hacía con Sharon Stone en “Casino”. El resto de la historia planteada en el texto original se basaba en una clásica arquitectura de “thriller”, donde la confabulación, el engaño y una compleja maraña de infidelidades pueden llevar hasta los más atroces delitos.
El problema que tiene la película es que intenta plantear suspense con las fórmulas más tópicas que existen, viéndose venir las cosas de lejos de la manera más burda... ¿acaso algún ser humano, por mucha pasión que despierte, sería capaz de confiar en el personaje que encarna Angelina Jolie tal y como nos lo plantean en la película?: evidentemente, es ciencia-ficción por muy bueno que sea uno. Lo predecible de la historia la hace parecer ridícula, sobre todo si se intenta subsanar el fallo de guión con unas más que tórridas escenas entre los dos sex-symbols protagonistas. Y hablando de ellos, mientras que la Jolie resulta tan artificiosa y artificial como su propio cuerpo, el malagueño Antonio Banderas es, junto con una excelente banda sonora, lo único auténticamente grandioso del proyecto, componiendo una interpretación llena de matices e inusualmente profunda para una película de estas características; el carisma del actor andaluz, insuflado por una brillante fotografía, se pone de manifiesto a cada plano en sus miradas, transmitiendo sobrecogedoramente todas las dudas que podrían haber encajado en una trama mucho más sólida que la planteada en este intento de perfilar un suspense que, desgraciadamente, no existe.
La gran pena es haber elegido a un realizador con tan poquísima experiencia como Cristofer –guionista de algunas películas, y actor de reparto de otras más, además de director de dudosa calidad en productos como “La última noche”, un bodorrio adolescente de nulo interés, y la biografía televisiva de Gia Carangi, la top-model que interpreto la Jolie- para este proyecto que mejor adaptado al celuloide y con otro director, seguramente habría tenido un resultado muchísimo más interesante.