Si alguna cinematografía en todo el mundo pudiera asimilarse con la producción de Hollywood, sin duda sería la francesa, no ya por la grandeza de sus películas, sino por la diversidad, la estructura y la factura final de sus filmes. Pero en Francia han ido más allá, demostrando que se pueden retomar las clásicas leyendas propias –como la que nos ocupa, basada en una leyenda real de Gèvaudan, donde una “bestia” arrasó los páramos durante años...- para crear un film que mezcla la épica, las aventuras, la fantasía y una buena dosis de la mejor acción.
Gans, que ya demostró su capacidad fílmica en “Crying Freeman”, adaptación de un famoso comic “Manga” que fue aclamada por todos aquellos que la vieron por su acertada mezcla de misticismo y acción, ahora toma las riendas de una gran producción ambientada en la Francia prerrevolucionaria, donde el Rey Luis XV envía a un caballero naturalista para investigar una serie de misteriosas muertes provocadas por una no menos misteriosa “bestia”, que al parecer tiene algunas implicaciones sobrenaturales. En dicha caza le acompañará Mani, un extraño forastero venido de las américas que acompaña en todo momento al estudioso, y que tiene más de una sorpresa guardada en la manga.
Un excelente guión se ve únicamente lastrado por un metraje sin duda excesivo y por una dispersión en los personajes del film, que componen una coralidad a todas luces innecesaria y que es más fruto de un intento para “despistar” al espectador que a una necesidad real para hacer avanzar la historia. La acertada mezcla de tradición, leyenda y aventuras realmente funciona en una película que tiene varias de las más electrizantes secuencias de luchas y persecuciones que hayamos visto en la última producción mundial –nunca se podía imaginar que una persecución a caballo o a pie pudiera ser tan trepidante como si se realizara en un Fórmula 1-; en cuanto a la revisión histórica y la ambientación es realmente deslumbrante, cuidada hasta el último de los detalles, así como el reparto de actores, que están especialmente brillantes, destacando un Vincent Cassell impresionante.
Una película honesta donde las haya, bien realizada y construida sobre el armazón de los mejores “thrillers” policiacos, solo que en esta ocasión la ambientación está ubicada en un periodo tan oscuro y conflictivo como el de los albores de una revolución cultural y social en un país donde las “bestias” –y los “bestias” también- tenían sus días contados. La perfecta alternativa comercial a la producción habitual de Hollywood, que en muchas ocasiones pretende vendernos fanfarrias sin fundamento alguno.