La sombra del menudo genio de Manhattan que toca el clarinete es demasiado larga, y en cuanto sale a la palestra una comedia pretendidamente inteligente que se ambienta en el Nueva York actual, las comparaciones son inevitables, cuando no odiosas. Siendo honestos, el film que nos ocupa y que ha sido escrito y dirigido por el marido de la pelirroja actriz Julianne Moore tiene su gracia, su mala leche y una visión algo pesimista de las relaciones sentimentales, huyendo del almíbar que sigue apestando muchas comedias románticas y series de televisión contemporáneas. Al igual que sucede en la filmografía de Woody Allen, amor, sexo, matrimonio, entrega, vagancia, egoísmo o infidelidad son algunos de los temas que toca el film, que además gira –como pasa en buena parte de películas de estas características en los últimos tiempos- en torno a dos parejas de dispares vidas, pero que por las casualidades de la vida, terminan estando más unidas de lo que pudiera pensarse en cualquier momento. Una actriz y el flojo de su marido, junto con el hermano menor de la actriz –que también es bastante flojo- y su mujer, aspirante a novelista, son el cuarteto protagonista a través del que vemos las actuales posturas para sobrevivir a las crisis de pareja.
Este acercamiento irónico a las relaciones humanas –con el referente fijado en las mujeres de Sexo en Nueva York- podría haber tenido un punto mayor de acidez para separarse del tono propio de Woody Allen, que tiene la inteligencia de dar las vueltas de tuercas justas para que todas sus películas terminen por parecerse tanto por los desarrollos dramáticos, como por el carácter terminantemente ridículo de sus personajes. Ahora se nos ofrece un film que es como los de Woody Allen, pero sin Woody Allen, ni sus geniales diálogos, ni sus giros inesperados, y por supuesto, sin su particular sentido del humor. El resultado, insisto, no es malo del todo, y muchos chistes tienen su gracia –de verdad que la tienen, las referencias a aparcar el coche en Manhattan es un ejemplo desternillante- pero, sencillamente, nos encontramos con una réplica, no con el original.
Ya sabíamos de la capacidad de comedia de Julianne Moore –todos la recordamos en su papel de El Gran Lebowski de los Coen, realmente descacharrante- y de David Duchovny –el actor que protagonizara Expediente X también encajó perfectamente en filmes como Evolution-, y en esta ocasión están bien complementados por el resto del reparto. Si no se le piden demasiadas exigencias, este es un film amable que a ratos tiene su gracia, pero que peca de pretencioso al intentar llegar a un nivel que, sinceramente, está fuera de sus posibilidades.