Muchos se preguntarán por qué no he publicado hasta ahora la crítica. La respuestas es más que obvia: hasta ahora no he parado de llorar. Qué decepción. Qué pena que la película más cara de la historia del cine -hasta ahora es la que más ha costado, superando incluso al Titanic de James Cameron- sea una porquería como esta.
No me vale ninguna justificación: ¿Es que no hay material dramático suficiente para hacer la tercera, cuarta, quinta y sexta parte, si ahí están las historias de Stan Lee, Ditko, Stern, Romita....? Pocos personajes en la historia del cómic -e incluso me atrevo a meter a la literatura- tienen tantas posibiidades argumentales como para haber hecho esa auténtica MIERDA de guión, que únicamente se salva -eso sí- por las secuencias de acción, que son muy espectaculares. Incluso los actores -especialmente Maguire- están ridículos en base a unos personajes escritos con la punta... del pié, que cambian de personalidad a cada secuencias, pareciendo esquizofrénicos y convirtiéndose de pronto en buenos o malos dependiendo de la intención del director. Eso por no hablar del cambio de tono en la historia, que no se queda en ninguna carta y desaprovecha miserablemente personajes tan jugosos como el capitán Stacy o su hija Gwen, auténtica fijación y modelo de Parker de toda la vida.
En cuanto a la película, han cometido dos grandes errores: el primero de ellos muy parecido al que se cometió en Alatriste, es decir, intentar hacer un refrito de lo presuntamente más interesante de un personaje para meterlo todo por narices en un guión que parece un puzzle mal encajado. Y en segundo lugar, dejar meter la zarpa en el guión a Sam Raimi y a su hermanito mayor Ivan. Pero vamos a ver ¿no se ha demostrado de sobra que Koepp y Alvin Sargent han dado alas a la versión real de Spiderman en la primera y segunda parte? ¿Acaso había empresa más difícil que hacer creíble al Doctor Octopus? Pues nada, a pesar de todo los productores la han cagado. Claro, a nivel de explotación está clara la política comercial: toma el dinero y corre, que en cuanto se entere la gente nos va a crucificar, y a intentar vender el máximo merchandising posible para que cuando se den cuenta, ya hayan pagado la entrada.
La historia es un caos: por un lado Peter Parker se enfrenta a Harry Osborn, el nuevo Duende Verde, y tras una lucha queda amnésico y vuelve a ser el amiguito de toda la vida. Por otro lado, se escapa un preso de la cárcel y se convierte en El Hombre de Arena -por cierto, que para hacerlo más creible resulta que todo lo que hemos visto hasta ahora sobre el tio Ben y su asesino ¡¡¡no sirve para nada, porque en realidad el asesino del tio Ben es el Hombre de Arena!!!-. Para remate, resulta que mientras está con su novia -que ya sabe que es Spiderman- en el campo cae un meteorito con el simbionte, que termina por poseerlo y despertar su lado oscuro -vamos, como en Star Wars-.
El resultado es un refrito infame de lo que podía haber sido una de las sagas cinematográficas de mayor calidad y por qué no, comercialidad. Después de haber visto la tercera parte de Xmen y ahora esta, tendremos que terminar concluyendo que terceras partes nunca fueron buenas.... lástima.