Ficha película

Título:
Inteligencia Artificial (A.I.)
Director:
Steven Spielberg
Intérpretes:
Haley Joel Osment, Jude Law, Frances O´Connor, Sam Robards y William Hurt
Calificación:
Crítica

"Más humanos que los humanos". Éste era el lema que tenía la Tyrrell Corporation; la compañía encargada de fabricar artificialmente “réplicas” humanas para las tareas específicas más variopintas en el relato de Philip K. Dick “¿Sueñan los androides con ovejas eléctricas?” que luego originó la película de Ridley Scott “Blade Runner”. Y lo nuevo de Spielberg tiene mucho que ver con esto: la dilatada experiencia del “Midas” de Hollywood trabajando con niños ha resultado tremendamente útil a la hora de fabricar más o menos “artificialmente” un niño que podría ser el epítome ideal de un tierno infante, amoroso, mimoso, siempre alegre y dispuesto a amar sin cortapisa alguna a sus progenitores; por supuesto, que en esta empresa a priori imposible también ha tenido muchísimo que ver la genialidad del que sin duda se convertirá en el mejor actor infantil de la historia del cine, Haley Joel Osment, un auténtico genio que ojalá nos siga regalando sus registros cuando crezca. En el desesperanzador futuro que se plantea en el film, una sociedad hipertecnificada y férreamente controlada por el control demográfico que garantiza una enorme calidad de vida –frente a un “tercer mundo” donde la gente muere de hambre por millones- la robótica se impone como una solución física y moral a la soledad, el sexo o el trabajo duro.
Emocionalmente, esta película no descubre nada nuevo, ya que desde el robot “Robbie” de “Planeta Prohibido” al superordenador “Hal 9000” de “2001, una odisea del espacio” –por cierto, ésta última de Stanley Kubrick, alma mater y origen de “Inteligencia Artificial”-, la coexistencia entre máquinas y seres humanos se ha devanado hasta el infinito en el mundo del celuloide, pero quizás Spielberg haya planteado –sólo planteado, porque luego, como veremos, toda la arquitectura emocional se derrumba por una pretenciosa e irritante trascendentalidad que, evidentemente, el director no logra controlar- una vuelta de tuerca: que las carencias emocionales de los humanos sean todavía más dolorosas que las físicas. Quizás podríamos vivir sin ver, o sin oler, o sin sexo... pero ¿podríamos vivir sin amar, sin emocionarnos? Y lo que es peor... ¿Qué seríamos capaces de hacer para encontrar un plausible sustituto del amor? Esta fantasía es la que se expone soberbiamente al inicio del film, cuando todavía Spielberg desarrolla su sapiencia cinematográfica en la emotividad de un hijo sintético y su madre; pero en cuanto decide homenajear –e incluso, yo diría más, copiar e intentar superar... ¡¡¡valiente blasfemia!!- a Stanley Kubrick, vienen los problemas: una historia que parece no poder terminar, unas imágenes tan almibaradas que resultan simples postales preciosistas que no añaden nada al argumento y un ritmo tan pausado que se convierte en aburrido, rayando en lo más blandengue y soporífero, uno de los pecados que jamás de los jamases ha tenido Spielberg en toda su trayectoria. Por eso “Inteligencia Artificial” es una película a todas luces fallida... sencillamente por que el director ha intentado hacer, artificialmente, lo que naturalmente Kubrick hacía y sencillamente, no le ha salido.


Federico Casado Reina



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