Parece que empezamos a reaccionar: resulta lastimoso como casi todas las producciones españolas pasan por la cartelera cinematográfica sin interesar al espectador, y lo que es peor, sin ofrecerle ni calidad ni originalidad. En esta ocasión es todo lo contrario, ya que la antaño anodina Azucena Rodríguez –Entre rojas, Puede ser divertido- ahora ha llevado la novela que consagró definitivamente a Almudena Grandes como una de las escritoras españolas más interesantes del momento, con soplos de frescura sobre un también maltrecho panorama literario en nuestro país. El texto de Grandes, realmente interesante e inteligente, reflexiona sobre cuatro mujeres y sus diferentes maneras de vivir, planteamientos existenciales que se enfrentan cada vez que se encuentran. Para mejorar ese caldo de cultivo dramático, la acción sitúa a las cuatro protagonistas vinculadas a una editorial –una es la jefa, otra es la informática…- que está precisamente realizando un atlas de geografía por fascículos.
Para empezar, la película no tiene la pedantería que pudiera suponérsele, aunque de antemano pueda poseer el perfil de intelectualoide del que muchas producciones españolas recientes presumen: aquí no hay tonterías, solo cuatro personajes en busca de su propia identidad en un auténtico marasmo de circunstancias positivas y negativas, que las van arrastrando caprichosamente de un lugar a otro, independientemente de sus capacidades, situaciones económicas o sentimentales. Precisamente el carácter estocástico de la vida es el punto fuerte del film, transmitido con aguda mirada y mejor planteamiento: quizás solo seamos producto de una circunstancia determinada y de una manera determinada de vivirla. Especializada en dirigir mujeres, Azucena Rodríguez extrae lo mejor de cada personaje, siendo especialmente brillante el papel que realiza Cuca Escribano, una desencantada divorciada que aún conserva una luz de esperanza para la felicidad, a pesar de su visión negativa de la vida.
Otro gran acierto del film es no centrar la atención en ninguno de los personajes, sino en establecer un gran equilibrio entre todos, mostrando cuatro maneras de vivir los problemas, fruto de su propia experiencia que además se modificará cuando entre ellas se relacionen. Una película que retrata magníficamente –y sin caer en el prosaico feminismo que muchos creen- la realidad social de la mujer, desde diversos ángulos.