Ficha película

Título:
Porque lo digo yo
Director:
Michael Lehman
Intérpretes:
Diane Keaton, Mandy Moore, Gabriel Macht, Tom Everett Scott, Lauren Graham
Calificación:
Crítica

Parece que los productores no terminan de enterarse, pero las fórmulas clásicas de comedia romántica están literalmente agotadas. Mejor dicho, agotadas, asfixiadas y extinguidas: a base de ver tantísimos productos audiovisuales a través de la televisión, el cable, el DVD, Internet y otros tantos medios más, hemos visto todas las posibles variaciones y combinaciones en una pareja, desde los engaños, los fortuitos encuentros, la amistad camuflada y así un enorme etcétera, que a base de estirarlo como si fuera un chicle, ha terminado por cansar y ver venir de lejos las resoluciones a todos esos problemas sentimentales –que generalmente acababan bien-. Uno de esos caminos el ver reflejado en los padres todos los conflictos amorosos que sufren los hijos, desde el engaño, el abandono, la frustración… o bien la absoluta soledad, tal es el caso de la película que nos ocupa, en la que una madre hiperprotectora y amantísima decide buscarle novio a su hija por el método más expeditivo y tan de moda hoy día: en Internet.
Además de haber visto infinidad de cintas donde las tecnologías coadyuvan o separan las relaciones sentimentales, y las parejas surgen de las más inverosímiles combinaciones en las páginas webs de contactos –uno de los recursos más utilizados a día de hoy para conocer gente- resulta que el perfil de los personajes del film de Lehman son algo tópicos y bastante manidos: el mismo director que planteara una de las pocas comedias románticas originales en las últimas décadas –La verdad de los perros y gatos- ahora apuesta por lo seguro, con una actriz inconmensurable –Diane Keaton- y una serie de elementos utilizados hasta la saciedad, donde los equívocos, las persecuciones y los encontronazos suponen el mayor grueso de la sorpresa cómica al espectador, porque de otra forma ya sabemos desde el principio como va a terminar todo. Cierto es que al fin y al cabo el público que va a ver este tipo de filmes ya sabe sobradamente el regusto que va a tener la película, y que el amor finalmente va a ser el gran protagonista de la historia –más allá de los personajes-, pero por lo menos, se podía plantear de una manera algo más original, no ya en su resolución, sino en el camino para llegar al clásico Happy End. El resto de la película es también igualmente convencional, con una música muy propia, unos actores que hacen carantoñas cada cierto tiempo, y un montaje más televisivo que cinematográfico, primando al innegable carisma de Diane Keaton, que quizás sea la más interesante baza de una película que probablemente si no hubiera contado con la ex musa de Woody Allen no habría sido más que un telefilme barato.


Federico Casado Reina



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