El genial e impredecible actor Robert de Niro ahora vuelve a ponerse tras la cámara en su segundo film como director, atajando uno de los episodios probablemente más importantes en la historia de Norteamérica: la creación de la CIA. Pero no te llames a engaño: si vas buscando una película de espías al estilo de James Bond o -Misión Imposible-, te has equivocado, ya que aquí los espías son reales, han de jugar con su vida personal y profesional para que no salgan dañadas ninguna de las dos, y tienen las mismas debilidades, grandezas y miserias que cualquier ser humano.
A través del personaje interpretado por Matt Damon –y que es en realidad una traslación del famoso jefe de la inteligencia norteamericana James J. Angleton- vemos cómo el patriotismo te puede llevar a realizar cosas por tu país que pasado el tiempo, descubres que no son todo lo buenas que te imaginabas. Uno de los mejores elementos del film son las brillantes interpretaciones, donde caben destacar además de Damon, el protagonista, a Angelina Jolie, alejada de su habitual faceta de sex symbol, sin olvidar al propio De Niro o a William Hurt, un secundario de oro que jamás falla. Quizás si se hubiera recortado un poco el metraje y agilizado el ritmo habríamos tenido un film más redondo, pero no cabe duda que es una apuesta inteligente, seria e interesante para la actual cartelera.