Me que quedado pasmado: casi no podía creer lo que estaba viendo y aún menos viniendo firmado por el genial Clint Eastwood, un realizador para mi sencillamente perfecto que ha demostrado durante toda su trayectoria detrás de la cámara una sapiencia infinita. ¿Qué le ha pasado a este hombre? ¿Es culpa de su productor -Steven Spielberg- semejante coñazo de película. Porque no se puede calificar de otra forma: una historia tremendamente aburrida, con una muy deficiente definición de los tiempos cinematográficos que terminan por sacarte de la historia. Paradójicamente, la presencia del brillante Paul Haggis no ha servido para hilvanar sólidamente la adaptación cinematográfica de la novela escrita por James Bradley y Ron Powers: no sabemos exactamente quienes son los protagonistas de la historia, si los soldados que estuvieron en Iwo Jima, si lo es el hijo que está escribiendo el relato con las narraciones de su padre anciano... o si está centrada la historia en el momento en que los chavales llegan de vuelta a los Estados Unidos para ser utilizados de iconos en la recaudación de fondos para mantener la Guerra frente a unos políticos que quieren finiquitar el derroche presupuestario en una contienda bélica cada vez más gravosa para el estado norteamericano-seguro que os suena de algo en la actualidad ¿no?-.
Es verdad que el film tiene una fotografía prodigiosa -calcada en muchos momentos de Salvar al Soldado Ryan, utilizando incluso muchos recursos estéticos del famoso desembarco, etc.- y que la banda sonora del propio Eastwood tiene elementos líricos realmente preciosos.
Pero, aparte de criticar su propio sistema político en la financiación de la guerra -algo hasta ahora prácticamente inédito en el cine bélico made in USA- el film resulta muy tedioso y no aporta nada nuevo al género. Me gustó mucho más la visión que realizó Oliver Stone con Nacido el 4º de Julio o El cielo y la Tierra. Esperaremos a ver la nueva incursión Cartas de Iwo Jima, al parecer desde la óptica japonesa.