Ficha película

Título:
El príncipe de los ladrones
Director:
Richard Claus
Intérpretes:
Jim Carter, Caroline Goodall, Rollo Weeks, Aaron Johnson, Jasper Harris, George MacKay, Alice Connor
Calificación:
Crítica

Que la magia es uno de los grandes escollos comerciales para el cine infantil no es ningún secreto, y desde las producciones Disney animadas hasta las versiones con personajes reales –como Mary Poppins o La Bruja Novata- o la rentable franquicia de Harry Potter, sin olvidar tampoco la última adaptación literaria de Las Crónicas de Narnia, todas han apostado por este binomio. Ahora con una vocación muchísimo más modesta, llega casi de tapadillo a la cartelera una cinta que tiene todos los ingredientes necesarios para encajar en este tipo de audiencia, y cuya génesis tiene mucho que ver con las últimas tendencias en este tipo de cinematografía: basada en una exitosa novela alemana de Cornelia Funke, cuenta la historia de dos hermanos que huyendo de sus malvados tíos, llegan a Venecia y conocen a un singular personaje, Scipio, El Príncipe de los Ladrones que a caballo entre Peter Pan roba a los ricos para ayudar a sus amigos. Todos ellos se embarcarán en una insólita aventura en busca de un objeto que les permita montar en un tiovivo mágico que conseguirá mantenerles jóvenes para siempre…
Cuando Cornelia Funke publicó esta novela en inglés, rápidamente se convirtió en una de las más exitosas autoras de literatura infantil de los últimos tiempos, por eso parecía casi normal que surgiera la adaptación cinematográfica. No obstante, la falta de presupuesto del film hace que el texto no brille en todo su esplendor, restando parte de la magia existente en el libro. A pesar de los esfuerzos en la producción, y de las creíbles interpretaciones de los niños protagonistas –destacando el propio Rollo Weeks, el príncipe de los ladrones- si lo comparamos con cualquiera de las hábiles operaciones comerciales de las últimas franquicias infantiles del cine norteamericano, siempre nos quedará empobrecida. De cualquier forma, es una opción más que apreciable dentro del abanico de ocio para los más pequeños, porque soñar, lo que se dice soñar, no solo se hace con efectos especiales impresionantes y con espectaculares imágenes, sino que también se consigue soñar con la magia, con la fantasía y con los momentos en los que se demuestran los sentimientos más allá de los intereses y las mezquinas tramas de los adultos. Aquí existen, en cada uno de los personajes, y se transmiten en la pantalla a cada momento, aumentando innegablemente el valor de esta producción europea, que aunque no puede competir económicamente con Harry Potter o la Disney, si que puede hacerlo si nos ceñimos a la imaginación y a la forma en que los niños entran en una preciosa historia de amistad y lucha por la felicidad.


Federico Casado Reina



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