Resulta irónico que se hayan estrenado simultáneamente Mi super exnovia y el film que nos ocupa en esta reseña, al haber sido dirigidos respectivamente por Ivan –Cazafantasmas- Reitman y por su hijo Jason. Mientras que Reitman padre sigue en la clave facilona de cine comercial puro y duro, de nulo calado intelectual y humor rayano en lo ordinario, su hijo ha logrado en su primer largometraje trazar una visión muy lúcida e irónica sobre la lucha encarnizada que se realiza en los Estados Unidos hacia el tabaco y todo lo que ello conlleva, desde los propios fumadores a los fabricantes de cigarrillos o, como es el caso, de un combativo agente de prensa empeñado en defender su propio negocio –el de las tabaqueras- que es el paga la hipoteca y el colegio de su hijo. En el actual clima de la crispación norteamericana, donde la prohibición de fumar llega a límites demenciales como partes de calles donde hay colegios o restaurantes, este film destila con eficacia toda la sarcástica mirada que Buckley plasmó en su divertidísimo libro y que trascendió a todos los medios de comunicación.
Porque, en contra de lo que podría haber sido lo fácil, Jason Reitman consigue crear un personaje entrañable, un hombre imperfecto que aunque tiene que luchar contra la propia razón –y algunos imponderables que pueden llegar incluso a hacer peligrar su vida y la de la educación de su hijo- sigue adelante en un mundo que le exige una posición de lo más incómoda. Casi podríamos decir que el humor berlangiano de El Verdugo –donde un entrañable Pepe Isbert explicaba cándidamente cómo ejecutaba a sus víctimas con el garrote vil- planea por esta película que supone una ácida mirada no solo a la políticamente rentable lucha del tabaco y los consumidores, sino también a la propia sociedad de consumo que impone un determinado ritmo de vida, independientemente de cuál sea el modo en que uno se la gane.
Pero lo más importante de esta excelente y divertida cinta, es el ajustadísimo tono que el director impone a esta sátira y el ágil ritmo de su narración, en la que el completo plantel de actores realiza una maravillosa revisión a todos los personajes implicados en la historia, desde el protagonista hasta los políticos que desean sacar tajada electoral al tema o los fabricantes de un producto demostradamente perjudicial para la salud. Reitman, hijo, ha conseguido con su primera película superar todo el nivel de todas las películas de Reitman, padre. Quizás es que sus muchos años –y premios- en el cine publicitario le hayan dotado de la suficiente capacidad narrativa y argumental para conseguirlo.