Ficha película

Título:
Una casa en el fin del mundo
Director:
Michael Meyer
Intérpretes:
Colin Farrell, Robin Wright Penn, Dallas Roberts, Sissy Spacek, Ryan Donowho, Asia Vieira, Jeffrey A
Calificación:
Crítica

Una de las mayores atracciones a la hora de ver un personaje cinematográfico, son la decadencia y la rebeldía, que entrañan una gran ternura dentro de los hoscos gestos y los silencios. Hace ya dos años el ganador de un premio Pulitzer, Michael Cunningham, vio como una de sus novelas, Una casa en el fin del mundo se llevaba a la gran pantalla con un moderado éxito, convirtiéndose casi en una película de culto que además era un estudio sociológico sobre el Nueva York de los años 60 hasta los 80 del siglo pasado, en el que dos amigos totalmente opuestos viven las más dulces y amargas experiencias, siendo entendidas de diferente forma por los protagonistas de la historia: amor, odio, competitividad, muerte, un embarazo… todas estas encrucijadas vitales se irán sucediendo a lo largo de la vida de estos dos chavales, que a veces tendrán que madurar a base de convulsiones no deseadas. Uno de ellos, Bobby, tiene además el clásico toque de rebelde irredento, enfrentado siempre al sistema.
Aunque lo fácil sería comparar a Colin Farrell con James Dean en Rebelde sin causa –salvando las distancias…-, la película que nos ocupa tiene una reflexión de la sociedad contemporánea con un tono mucho más esperanzador que el clásico de Nicholas Ray: a pesar de todas las vicisitudes que tiene el personaje protagonista interpretado por el actor irlandés que recientemente ha protagonizado la versión cinematográfica de Corrupción en Miami, no se le borra el semblante de ilusión por muy mal que le vayan las cosas. Meyer, con una dirección voluntariosa, hace un excelente trabajo con todos los actores, y es capaz de mantener un ritmo acertado –similar por cierto a la adaptación cinematográfica de Las Horas, obra también de Cunningham- durante toda la historia, sin bajar la guardia y sin hacer alardes hacia un tono mucho más comercial que hubiera empobrecido la historia, incuestionablemente. Quizás por eso han sido dos años los requeridos por las distribuidoras para ver esta película en las pantallas españolas, ya que por debajo de todo el hálito de malditismo que tienen los rebeldes, en esta película se consigue un toque preciosista que realmente enamora desde el primer fotograma, y que demuestra que por muy malos y aguerridos que puedan ser los rebeldes, en ellos se encuentra el corazón y la dulzura más exquisita, enmascaradas generalmente con tatuajes, miradas desafiantes, cortes de pelo imposibles y una actitud arrogante y combativa con la vida. El guión de esta curiosa y emotiva película consigue invitarnos a escarbar en esa rebeldía furibunda, en la que encontraremos toda la dulzura encerrada.


Federico Casado Reina



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