Así da gusto. Cuando el mismo creador de una serie televisiva tan mítica como Corrupción en Miami –que revolucionó el mundo policíaco en la pequeña pantalla y fundó las bases para el subgénero de buddie-movies- ha logrado adaptar a la gran pantalla dos décadas más tarde el mismo sentido estético y argumental, sin perder ni un ápice de interés, hay que quitarse el sombrero. Lógicamente, existen cambios sustanciales en la traslación de la televisión al cine, y ahora Sonny Crockett es el macarra y Ricardo Tubbs es el pijo, y los dos se debaten entre la fidelidad a la ley y sus propios deseos personales, inmersos en operaciones antidroga impresionantes.
Ferraris, lanchas rápidas, ropa de diseño –esta vez no es de Adolfo Domínguez, como en la serie original- y toda la parafernalia para mostrar el mundo de la opulencia de los narcotraficantes que meten su mercancía por la Costa Este norteamericana y el aguerrido equipo de detectives que ataviados de la misma o mejor forma que los delincuentes, impiden las fechorías. Es una lástima que otras series clásicas de la televisión como Starsky & Hutch o Los Ángeles de Charlie no hayan tenido tan buena adaptación al cine de hoy, porque así es como se hacen las cosas.