Todos hemos oído las historias de la autoestopista que desaparece tras pasar una curva, de los fantasmas que aparecen dentro del armario, de las almas en pena y de todo tipo de rumorología popular, convertidas en leyendas urbanas para contar en una noche de luna llena en una acampada solitaria. Una de esas leyendas, espoleada por la película del mismo título del 1979 dirigida por Fred Walton, es la de pobre canguro que recibe una amenazadora y misteriosa llamada que al final resulta haber sido realizada desde la propia casa donde está cuidando a los niños. Pues ahora, demostrando la nula tendencia creativa actual de Hollywood, se ha vuelto a recurrir nuevamente la misma película pero con el gusto de la nueva generación de espectadores que supuestamente disfrutará y descubrirá una nueva película remozada convenientemente para ser comercial. Ya hemos visto nuevas versiones de Psicosis y de casi todos los clásicos del cine, y lamentablemente, todo lo que pueda oler de lejos a comercial, es susceptible de especulación en la taquilla para los avispados productores y distribuidores.
El problema de este film, so pena de hablar de las interpretaciones, realmente mediocres, es el intento reiterado y demasiado evidente por asustar y sorprender: baste con que el director haga la primera intentona para que veamos venir de lejos los intentos francamente infantiles de utilizar los recursos más tópicos –banda sonora atronadora, miradas de reojo, etc.- para intentar que el público salte de la butaca, sobresaltado. Por lo menos hay que agradecer la ausencia de visceras y casquería –casi esperábamos lo peor, con la evolución de la película- pero aún así, la articulación del suspense es tan burda y predecible, que no consigue lo que busca casi en ningún momento. Este género -junto con el de la comedia- es casi el más difícil del cine, y pasarse es muy fácil. Desgraciadamente, en esta película se han pasado y resulta descorazonador que el británico Simon West, tras una carrera comercial no indigna –Con Air, Lara Croft: Tom Raider y La hija del general no han sido hitos en la cinematografía mundial, pero eran productos muy decentes y con un cierto estilo- en esta cinta de varios pasos atrás en su trayectoria como realizador, dejándose llevar por un guión demasiado tópico y que no ha evolucionado prácticamente en nada respecto a su predecesor. Quizás si le hubieran dado alguna vuelta más a la idea de partida y a la resolución final, habrían logrado un mejor resultado que prácticamente calcando la versión de los setenta. Pero claro ¿quién puede entender a los productores, que quieren hacer lo mismo que antes, para recaudar dinero, y a la vez quieren cambiar las cosas?