Todas nuestras peores expectativas se han cumplido: no es que la hermandad de mutantes dirigida por Magneto haya doblegado al Homo Sapiens, sino que la renuncia de Bryan Singer en la franquicia marveliana Xmen ha sido catastrófica para la saga, concluyéndose de manera bastante salchichera lo que pudo haber sido la mejor franquicia cinematográfica basada en el cómic de la historia del cine. Ratner, que demostró cierto talento en El Dragón Rojo, haciéndonos olvidar anteriores trabajos como Hombre de Familia o la franquicia de Hora Punta -con Jackie Chan- ahora decide apostar no por un guión sólido y unos personajes con carne -cosa que hacía la primera y segunda parte- sino directamente, muchos efectos especiales, acción, y espectacularidad vacía. Es una lástima como se han desaprovechado personajes tan interesantes como La bestia o Coloso, relegados a simples iconos reconocibles pero muy tópicos dentro del universo marvel; todo esto, claro está, por no hablar de la absoluta arbitrariedad a la hora de seguir la cronología mutante del universo de cómics, saltándose a la torera todos los personajes, mezclando caprichosamente a mutantes que no coinciden en el tiempo, y modificando sus propios poderes para encajar mejor en los efectos visuales.
La historia podría haber sido la más sugerente de todas las películas de los Xmen, pero lamentablemente, el guión hace aguas por doquier: resulta que ahora hay una empresa que ha creado una sustancia capaz de revetir cualquier mutación del gen X, haciendo que los más extravagantes seres se conviertan en humanos, con una solución a todo el conflicto entre el Homo Sapiens y el Homo Superior; claro que cada una de las facciones en la Guerra por la normalidad -por un lado los Xmen y por el otro los secuaces de Magneto- tiene su propia versión de la historia...
Todos los recursos dramáticos que se podían haber aprovechado para tener un guión rompedor -el conflicto de Pícara por volverse humana y poder tocar a todos, etc.- ha quedado relegado a unas pocas secuencias mal hilvanadas en una estructura bastante pobretona, que únicamente tiene a los efectos especiales como su principal activo. Incluso los diálogos son de un redundante y un ridículo incomprensible -sobre todo siendo Stan Lee, el gran capitoste de la Marvel, uno de los productores ejecutivos-. Aunque hayan hecho un esfuerzo por contentar a todos los seguidores de la saga con algunas concesiones -la sala de peligro, la aparición de los centinelas, el lanzamiento especial de coloso y lobezno, etc.- la película llega a resultar aburrida y algo pretenciosa, siendo además tramposa en muchas secuencias que sobran o que directamente, intentan engañar al espectador -como el epílogo, ridículo totalmente-. Una pena. A ver si a Bryan Singer le ha merecido más la pena meterse con Superman que haber seguido con los Xmen. De momento, los mutantes han perdido la partida con una conclusión de la saga casi tan mala como la que hicieron los Wachowski con Matrix.