Ficha película

Título:
Tránsito
Director:
Marc Forster
Intérpretes:
Ewan McGregor, Naomi Watts, Ryan Gosling, Bob Hoskins, Janeane Garofalo
Calificación:
Crítica

El lenguaje cinematográfico ha evolucionado bastante desde su creación: tras la creación del prodigio físico del cinematógrafo por los hermanos Lumière, figuras como Griffith, Einsenstein, Hitchcock, Truffaut, Kubrick, Antonioni o Lynch han destilado un código de reglas para la comunicación fílmica que ha llegado a una gran complejidad, no solo en la dramaturgia, sino en la propia estilística cinematográfica. Universos oníricos, realidades paralelas y visiones alteradas del universo únicamente han sido posibles a través del séptimo arte, pero siempre atendiendo a un requerimiento dramático, narrativo, para así poder vehicular eficazmente lo que el creador quiere decir. Claro, el problema viene cuando nos dejamos embelesar más por el significante que por el significado, quedándonos solamente con unos cuantos recursos más o menos artísticos, muy bonitos, pero vacíos de significado. Eso es exactamente lo que le ha sucedido inexplicablemente a Marc Forster, que tras haber dirigido dos interesantes películas tales como Monster’s Ball –Oscar para Halle Berry- y Finding Neverland –una maravillosa fábula con un perfecto Johnny Depp- ahora se pierde en la ampulosidad de una historia harto pretenciosa, y que tiene un guión que engaña directamente al espectador, metiéndole en un laberinto realmente complejo, del que pocas veces suele salir, salvo con inútiles recursos visuales –muy bonitos y espectaculares, pero lamentablemente inútiles-: Un psiquiatra neoyorquino trata a un melancólico chico aquejado de una tremenda depresión, que casi lo sitúa al borde del suicidio, pero comprueba que el chaval tiene una inexplicable capacidad para ver el futuro, y alterar la realidad…
Cuando Michael Night Shyamalan dirigió El Sexto Sentido, el thriller avanzó notablemente al lograr un guión tan original como sorprendente para el espectador, que en general quedó deslumbrado por el juego dramático de la historia. En esta película se pretende algo parecido, pero resulta tan compleja la trama, que termina por perderse. Para colmo, cuando algo ya no tiene vuelta atrás, se intenta resolver con improductivos momentos de artificio visual. Ni las esforzadas interpretaciones del estelar reparto, ni siquiera un giro de la historia consigue que la película no termine por aburrir soberanamente debido a la enorme confusión que produce a cada secuencia. Una verdadera lástima, porque pocos son los genios del cine que se pueden permitir experimentar con el significante y el significado de todos los elementos narrativos de una película. Está claro que Forster no es uno de ellos, por más que lo haya intentado.


Federico Casado Reina



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