Desgraciadamente, no tenemos oportunidad de ver la producción de muchos países que no pertenezcan a la cultura anglosajona, aunque de vez en cuando nos llegan perlas como ésta, que despiertan la conciencia social de manera natural, sin enfebrecidas reivindicaciones políticas. La estructura del film es algo tan simple como una madre y una hija, que tienen que sobrevivir a la guerra, esa manifestación irracional, brutal y salvaje que termina por desgarrar las naciones, las familias y hasta el alma. Este austero pero contundente film iraní hace un recorrido histórico desde la Guerra entre Iran e Irak, para terminar en la nueva Guerra entre los Estados Unidos e Irak; con un inteligente planteamiento de drama documental de creación –por etiquetar de alguna forma esta pequeña maravilla-, la película deslumbró en la pasada edición del prestigioso festival de cine de Toronto, dejando a todos boquiabiertos, no tanto por la exposición de los hechos –que ya todos conocíamos por los medios de comunicación generalmente proamericanos…- sino por el impacto para el ciudadano de a pié que han tenido los mismos, más como consecuencias de los ataques que la contienda militar en sí misma; es como ver los conflictos bélicos no a través de los miles de muertos, sino a través de los supervivientes que han de continuar con el recuerdo y las secuelas de la sinrazón violenta de la Guerra: Gilaneh es una madre iraní que ve como su hijo se marcha al frente contra Irak, mientras que su hija ha de afrontar la llegada de su marido, que ha desertado. Años más tarde, la pobre Gilaneh habrá de cuidar de su hijo tras su vuelta, que ha sido afectado por un gas nervioso y tiene serios problemas neurológicos.
Una de las voces más significativas de la cinematografía iraní es la de la codirectora del film Rakhshan Bani Etemad, que ha aportado una visión muy lúcida de la situación de la mujer en el mundo musulmán, ensalzando la abnegada y callada lucha que mantienen de manera inquebrantable no solo para salvaguardar la familia, sino además para conservar un mínimo de autoestima. En la película se obvian los clásicos elementos occidentales adscritos a la cultura árabe como el machismo y la intolerancia en el Islam, para ir mucho más allá, en una definición desgarradora del aguante que una madre ha de tener para controlar la propia cordura en situaciones que para cualquiera habrían supuesto un derrumbe completo; claro que tendríamos que habernos visto en esa misma dramática situación para saber la auténtica reacción. Una valiente propuesta que sin hacer alardes de producción, logra tocar el corazón por su profundo tono de verdad, perfumado de un lejano y evocador toque de libertad.