Cuando uno ve este film, se pregunta si no pasará igual que cuando le regalan un costoso regalo a un niño pequeño, que termina por emocionarse muchísimo más por la caja y el papel que lo envuelve, que por el juguete en sí. Si Venecia es una de las ciudades más bellas del mundo, probablemente en esta película es donde mejor se ha reflejado en buena parte de la historia del cine. Pero detrás de todo este artificio y este espectacular diseño de producción ¿qué hay dentro? En realidad muy poco, porque salvo mostrar al guapo actor de moda – el australiano Heath Ledger, nominado al oscar por su papel de cowboy gay en Brokeback Mountain- y su química sentimental con la no menos atractiva Sienna Miller –Alfie-, la película no entra en más honduras: impresionante la corte y el boato del siglo XVIII, impresionante el carisma del protagonista –un Casanova algo devaído- la fotografía, la banda sonora… pero a la hora de llegar a la película, tenemos una profunda decepción. Ni siquiera como lección de historia serviría una película que carga todos los tópicos de los dramas románticos hasta límites insospechados, y por supuesto, absolutamente inesperados de un excelente director como Hallström, que ha demostrado su valía sobradamente con filmes como Chocolat o Las normas de la Casa de la Sidra. Pero había que crear una película de gran consumo, muy espectacular, y potencialmente liviana y asequible a todos los públicos. Desde luego, para hacerlo podrían haber elegido a otro personaje menos estridente que el famoso Giacomo Casanova, todo un modelo en vida desmadrada y acelerada, como mostró la irónica crónica en la versión que de su vida hizo el maestro Fellini. Ahora el personaje se ve reducido a un títere metido en una rueda de dimes y diretes, a la hora de conquistar a una insolente Francesca Bruni, que al parecer va a ser la que le va a poner las peras a cuarto.
Es como si estuviéramos viendo la segunda parte de Las amistades Peligrosas, pero sin sexo, sin violencia y sin procacidad alguna que pueda molestar a los clasificadores de las películas para todos los públicos. Los pretendidos diálogos chispeantes –que han de explicitar las brillantes personalidades de los dos duelistas en la seducción- quedan reducidos a unos chistes algo manidos, y los momentos de pasión y presuntamente electrizante acecho en la seducción, están al nivel de cualquier telefilme adolescente barato. Una verdadera lástima, porque con esta producción, y este actor, se podría haber hecho una película de mucha más entidad, que si bien no tendría porqué ser pedante ni trascendente, si que podría haber mostrado mucho más de la singular personalidad del personaje protagonista.