Pretender tomarse en serio este film es algo verdaderamente ridículo: parece un videojuego realizado para adolescentes (¿acaso no es precisamente eso?) más que una verdadera película que cuente una historia. La base argumental es un simple pretexto para mostrar algunas secuencias de acción llenas de efectos especiales espectaculares, con una estética muy chula, una música tecno machacona, y por supuesto, las mejores imágenes de Kate Beckinsale, la esposa del director y vampirita de moda embutida en látex (¿o es cuero?; para el caso lo mismo da..) ¿La historia? Pues la misma de la primera parte, o sea, una guerra oculta entre vampiros y hombres lobo (¡toma ya!) en la que los ejércitos respectivos se dedican a luchar a ver quién gana y sobrevive en la tierra. Y como pasaba en la primera parte, hay una historia oculta de la raza, que va a descubirse durante la proyección y que supondrá una convulsión en esa guerra.
Por supuesto, que dentro de todo este batiburrillo también dará tiempo para alguna que otra secuencia de amor entre la vampira protagonista y el guapito de turno. A pesar del cuidado diseño de producción (recordemos que el director antes de meterse a adaptar este cómic al cine era ayudante de dirección artística en películas como Stargate o Independence Day) y de la factura del film -toda azul, por aquello de la noche...- resulta bastante aburrida, no hay historia, ni tensión dramática, ni nada de nada. A mi me encanta el cine de espectáculo y consumo, pero por lo menos que tenga un poquito más de enjundia, porque al final, queda todo tan vacío y tan simplón, que no merece la pena. Lo más preocupante, es que la otra franquicia vampirica del cómic al cine, Blade, está tomando por los mismos derroteros, y parece ya más importante el videojuego del móvil o las camisetas y fondos de pantalla para el ordenador, que la película en si, que se ha convertido en un simple anuncio para vender merchandising.