Cada día se hace más patente la galopante crisis que tiene la industria cinematográfica norteamericana; si observamos como botón de muestra lo que le sucede a Disney –esto es, que economistas y gestores han tomado el mando de una compañía sin tener ni idea de dibujos animados, cine o cualquier expresión artística y se están dedicando a explotar lo que tienen, sin miramiento alguno y sin pensar en el futuro…- es un buen indicativo de lo que están sufriendo a nivel institucional casi todas las grandes productoras: pocas películas se hacen ya con un guión original mediamente aceptable. Es mucho mejor hacer una nueva versión de una película antigua, una adaptación de una novela, de un cómic, o en un alarde de imaginación, una nueva parte de una inacabable salga para seguir sacando pasta. Yo empiezo a comprender un remake –valga la expresión para hacer una nueva versión de una película antigua- cuando el tiempo ha hecho mella en el film original y ya no tiene vigencia. Pero si no es así.. ¿para qué hacer una nueva versión? Tal es el caso de un clásico del cine de ciencia ficción, El Planeta de los simios, convertida en un incomprensible y pésimo circo en su versión trágicamente dirigida por Tim Burton –que lo hizo por el dinero, exclusivamente, con un guión que además, no podía cambiar-. Bueno, pues con La niebla –es el título original- ha pasado exactamente lo mismo; la cinta creada por John Carpenter en 1980 es un modelo de cine de terror, con elementos de suspense capaces de provocar un paro cardiaco.
Lo curioso, es que un director correcto, capaz de crear películas tan interesantes como Stigmata, donde el suspense estaba bien tratado en una de las pocas películas apocalípticas interesantes, ahora haya caído tan estrepitosamente en los peores fallos del género, convirtiendo el terror en risa, y donde los actores tienen un nivel francamente impresentable. La idea original, es brillante: 100 años después de un naufragio, los fantasmas vuelven de su sepultura acuática dispuestos a cobrar venganza con una crueldad inusitada. Si en la versión original todo se intuía, creando un desasosiego increíble, ahora todo se limita a provocar los clásicos sustos con efectos de sonido y recursos facilones, por no hablar de las interpretaciones –atrás quedan Adviene Barbeau, Jamie Lee Curtis y Janet Leigh, geniales con Carpenter en la versión de 1980-. Si en el terror cinematográfico lo que da realmente miedo es lo oculto… tal y como están las cosas lo que da miedo ahora en el cine de Hollywood es como van a hacer una nueva versión, destrozando un clásico o simplemente un film correcto, para seguir intentando sacar pasta sin miramientos.