Por definición, las adaptaciones cinematográficas de las vidas de personajes famosos suelen ser algo pesaditas; cuando no se cae en los tópicos de lo que ya se conoce sobre el personaje, se hace hincapié en momentos vitales que probablemente, solo interesen a los productores y/o al realizador del film. Desde Gandhi a Charlot, pasando por Nostradamus, Mozart o Ray Charles, pocas han sido aquellas biografías cinematográficas capaces de meternos en una historia y llenarla con acontecimientos susceptibles de trazar una trama cinematográfica. A pesar de la vocación televisiva de esta película, la vistosa factura y la cuidada producción han hecho que fuera de Italia el film llegue a las pantallas de cine; rodada como tal, este telefilme tiene más una estructura susceptible de ser trufada con anuncios publicitarios –con cadencias narrativas propias de la televisión- que un guión puramente cinematográfico. En su favor hay que reconocer el excelente trabajo en el guión sobre la vida de una de las figuras más importantes del siglo XX, la Madre Teresa de Calcuta, que luchó contra la miseria y la pobreza en la India, enfrentándose incluso con la misma Iglesia Católica para continuar su labor de ayuda a los más necesitados.
Lo curioso de este film, es que se deja de grandilocuencias y estridencias, y viaja a la raíz misma del personaje, adoptando además ese tono intimista y cercano; es más un viaje a la humildad y a la solidaridad que una clásica biografía al uso, con grandes y ampulosas moralejas, intentando retratar mucho más la humanidad de una sencilla mujer que los valores santificados –y santificables- de Teresa de Calcuta. Si recordamos el planteamiento de muchas cintas donde se pone en entredicho el poder eclesiástico –como en “La Misión” de Roland Joffé- frente a las necesidades humanas más perentorias, esta recreación histórica de la India en los años cuarenta del pasado siglo supone además el enfrentamiento directo entre el salvaje capitalismo colonial de occidente, representado por la dominación inglesa, y la humildad y resignación de otros países pobres que ven impávidos cómo no pueden hacer nada para cambiar su situación. En medio de toda esa vorágine, un salpicado grupo de idealistas que aún creen en la bondad humana y en que se pueden solucionar lacras tan importantes como el egoísmo o la avaricia, consiguiendo al final erradicar el hambre. Ahí es donde se sitúa la excelente interpretación de Olivia Hussey, una guapa Madre Teresa, más humana que divina, más real que idealizada, bondadosa e incluso santa, sin pretenderlo. Es una pena que hayamos que tenido que esperar tres años para ver este correcto film.