Ficha película

Título:
Ojalá fuera cierto
Director:
Mark Walters
Intérpretes:
Reese Whiterspoon, Mark Ruffalo, Donal Logue, Dina Walters, Ben Shenkman Jon Heder
Calificación:
Crítica

Los guionistas de Hollywood ya no sabe de dónde tirar para seguir explotando el género de la comedia romántica, uno de los más rentables de la historia del cine porque ¿a quién no le gusta vivir una historia de amor? Desde todos los ángulos y variantes, los enamoramientos y las pasiones han sido vistas entre personas de diverso rango social, de diversa raza, de diversos países… e incluso siendo uno de ellos vivo y el otro un espíritu. Hace ya unos años Ghost conmovió a todo el mundo en ese amor más allá de la muerte; ahora y con una vocación más melosa y romanticona nos llega la adaptación cinematográfica de una almibarada novela francesa que fue un best-seller en el país galo, y que en teoría reúne todos los elementos justos para un film de estas características, con el añadido de sumar el elemento cómico de un espíritu que no cree que ha fallecido, y que encima piensa que un desconocido está ocupando su piso, cuando en realidad no es más que una casa encantada. Si hacemos un poco –solo un poco- de memoria, algo así les sucedía a la pareja formada por Geena Davis y Jeff Goldblum en la irreverente y descacharrante Bitelchús de Tim Burton, pero si esta era gamberra y sarcástica, la que nos ocupa es dulzona hasta la saciedad; tan almibarada que llega a empalagar, y la historia de amor, que podría haber sido realmente poética, se convierte en una caricatura. Se nota demasiado que es una película de productor, donde se han reunido todos los elementos propios para que conseguir un blockbuster –o lo que es lo mismo, en castellano, un bombazo en la taquilla- pero precisamente, ese alma en pena que es una de las protagonistas, es lo que le falta al film, alma. Sencillamente eso, y no ser una especie de Frankenstein hecho a la medida de un supuesto –y nada exigente- público que va a buscar este tipo de productos a las salas –y a las estanterías de los videoclubs- sin otra pretensión que ver una ligera historia de amor donde pasen muchas cosas y todo termine más o menos bien. Reese Whiterspoon es una buena actriz, pero a base de concienciarse en una estabilidad económica, ha apostado por repetir una y otra vez el mismo tipo de papeles, aunque en esta ocasión esté más contestona de lo habitual.
Toda la originalidad que podría haber desprendido una historia como esta, donde los inquilinos, los pisos, las ocupaciones y los amores ectoplásmicos podrían haber supuesto un nuevo matiz al género, se ha supeditado a unos cánones más o menos establecidos para casi certificar el éxito de taquilla, sin tener que comerse mucho el coco. La gran diferencia con las grandes historias de amor clásicas del cine –como Tu y yo de McCarey, sin ir más lejos- es que tenían un punto de devoción mundana real, que es precisamente lo que le falta a todos estos batiburrillos artificiales.


Federico Casado Reina



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