En la comedia romántica casi se han explotado todas las fórmulas habidas y por haber: desde confusiones, equívocos, azarosos encuentros… hasta ironizar sobre las relaciones familiares que los nuevos llegados a las respectivas familias de sus cónyuges. Ya desde que Spencer Tracy diera vida a El padre de la novia, muchas películas han explotado las relaciones familiares entre yernos, suegras, nueras y suegros, desde la nueva versión de la cinta clásica de Tracy, interpretada por Steve Martin, o la franquicia cada vez más exprimida de Los padres de ella, o Adivina quién…, llegando finalmente al film que nos ocupa, que bebe un poco de cada uno de los intentos anteriores, destilando y refinando una comedia limpia, apta para todos los públicos, y casi en el límite entre el ridículo y la eficacia en la comedia. El realizador australiano Robert Luketic, que ya ha demostrado su capacidad comercial con Una rubia muy legal, ahora dirige este film de una manera convencional, sin aspavientos pero sin perder el tono en ningún momento, aunque es cierto reconocer un pequeño bache de ritmo hacia la mitad del film que consigue remontarse, finalmente.
La historia es tan sencilla como lo indica el título o la promoción del film –con un trayler tan divertido como la misma película-: una chica encantadora encuentra finalmente al hombre de su vida, siendo el chico prácticamente perfecto, salvo por el detalle de su madre, una estrella de la televisión exteriormente simpática y atenta, pero en realidad una egocéntrica, neurótica y depresiva, llena de complejos y obsesionada por encontrar a una princesa para su hijito… Es innegable la química que tienen entre la recuperada Jane Fonda –después de 14 años de retiro de la gran pantalla- y una Jennifer Lopez realmente bien encajada en un papel algo ñoño, pero con algunos matices divertidos. Los enfrentamientos entre suegra y nuera son lo mejor del film, claro que a base de repetirlos, y estirar la situación, llegan a salirse de quicio, resultando algunas veces demasiado ridículos –sobre todo en los ataques de histeria de Jane Fonda, que al principio son desternillantes, pero que llegan a convertirse en cargantes-. La elección de secundarios también es inteligente y acertada, destacando sobre todo Wanda Sykes, que da vida a la asistente personal de Jane Fonda. Por lo demás es una película bastante blanca, llena del clásico humor familiar donde no hay nada ofensivo para la moral de cualquier segmento de edad. Pero lo mejor de la película –además de algunas secuencias cómicas inteligentemente resueltas, y algunos giros de guión originales- es su honestidad a la hora de plantear una cinta nada profunda, con vocación de entretener y de camino tocar levemente las estructuras familiares, sin llegar a muchas honduras, pero satirizándolo todo.