Que Fernando León es uno de nuestros mejores directores y autores, no se cuestiona. Películas como Los lunes al sol o Barrio han demostrado de sobra su valía como director, cuando no guiones ejemplarmente escritos como el de Cha-Cha-Cha daban pistas del dominio narrativo de este talentoso realizador y guionista. Pero el problema de este film está en regodearse una y otra vez en lo mismo. Vamos a ver, ya hemos visto en numerosas ocasiones el lirismo que puede originar el mundo de los desheredados sociales, y como dentro de la prostitución, la drogadicción y la delincuencia también están los valores y sentimientos más elevados. En la lucha de tener una conciencia social, este film navega por los sórdidos territorios de dos vidas femeninas atajadas por la prostitución, la una española, la otra dominicana que ha venido a nuestro país para buscarse la vida y enviar dinero a su familia que está en su país.
Planteados ambos personajes -con gran maestría- el resto del film consiste en las situaciones más desagradables que puedan vivir ambas mujeres, y su intento desesperado de salir adelante una y otra vez, incansablemente, hasta que llegan al límite de sus propias fuerzas. Es algo bastante poético, bastante lírico, pero me temo que demasiado real; ya sabemos que desgraciadamente existe eso a la vuelta de la esquina, lo hemos visto en innumerables ocasiones no solo en cine y en televisión -recordemos el famoso Vivir Cada Dia-, y el problema está en que verlo otra vez, al menos a mi no me apetece demasiado, por bonito que esté narrado y por buenos que sean los diálogos -que lo son, y las situaciones realmente bien planteadas, como la cena entre Candela Peña y su pretendiente, que no sabe que es prostituta-. Viendo este film me viene a la memoria Los viajes de Sullivan, de Preston Sturges, en el que un director de comedias se hace pasar por pobre, para vivir tragedias y luego escribir un drama; cuando llega a su vida de nuevo, decide volver a escribir comedias, precisamente por eso, porque el cine es para soñar, para olvidarse de los problemas. Y Princesas no hace soñar, sino todo lo contrario.