Cuando hace unos años una película modesta hizo volvernos a todos los aficionados al terror hacia la figura del británico Neil Marshall, ya sabíamos que aún tenía mucho que contar en torno al género terrorífico, ya que Dog Soldiers, su anterior film, mezclaba elementos tan interesantes como los hombres lobo, un grupo de militares en el norte más boscoso de Inglaterra, y los problemas personales y psicológicos de todo ese heterogéneo grupo de soldados. Ahora Marshall va más allá, y sitúa a un grupo de seis amigas en plena aventura espeleológica que supuestamente las unirá mucho más tras haber pasado las penurias de haber sufrido hace un año el mayor accidente de sus vidas. Pero lo que iba a ser una electrizante aventura, se va paulatinamente convirtiendo en lo más terrorífico que jamás hayan vivido, monstruos caníbales incluidos.
Como director, Marshall conoce todos y cada uno de los resortes para hacer saltar al espectador de su butaca, haciendo paulatinamente asfixiante el relato cinematográfico, y llegando a clímax realmente bueno. Pero lo que podía haber sido una de las más interesantes propuestas en el género del terror del siglo XXI, se ha quedado en un brillante, aunque fallido intento: el cambio de rumbo en la historia, supeditando la atmósfera viciada y enrarecida de una montaña y todas las rencillas personales de un grupo de seis amigas –una propuesta muy sugerente, en una versión perversa y extrema de Gran Hermano, con el componente añadido de estar jugándose la vida…- al encuentro con unos seres deformes y demoníacos, que se dedican a cazar todo tipo de animales desde la oscuridad de las cuevas en las que llevan viviendo siglos y que a la postre, casi resulta grotesco en la evolución argumental de la historia.
Si lo que una película de terror tiene que hacer es dar miedo, entonces esta lo es, y de las buenas, porque hay varios momentos del film en los que realmente hay muchísima tensión, pero además de eso, un film tiene que tener una continuidad, una evolución, y lo que es más importante, no tener baches de ritmo y lograr una visión completa, sin bajar el interés en ningún momento. El guión parece agotarse a los primeros cuarenta minutos, y es entonces cuando el director ha de inventarse algún recurso con el que continuar con los sustos y gritos. Si además de todo ello, vemos que hay momentos de bastante sangre y truculencia gratuita, resulta poco gratificante ver cómo un director con talento para el cine de terror tiene que tirar, al final, de los recursos más manidos y previsibles, intentando mantener el nivel de una historia que ya ella sola, se podría haber mantenido de sobra con un mejor trabajo sobre la dramaturgia de esas seis amigas encerradas en una cueva y con la espada de Damocles de poder morir en su aventura redentora.