Ficha película

Título:
Mentiras
Director:
Jang Sun Woo
Intérpretes:
Lee Sang Hyun, Kim Tae Yeon, Jeon Ye Jin, Hyun Joo.
Calificación:
Crítica

Estamos ante una obra mucho más compleja de lo que pudiera parecer a primera vista: el alto contenido erótico de la novela original de Jang Jung se traslada a la gran pantalla de la forma más neutra, en una relación que se acelera por una pasión –y una compasión- desorbitada, enlazando las personalidades dispares de una adolescente que desea perder la virginidad al precio que sea –literalmente- y un de un maduro y casado escultor de éxito. La conmoción que supone su encuentro se transmitirá a todos los ámbitos de la relación, pero sobre todo incidirá en el descubrimiento de la mayor de las entregas, en una espiral de pasión sexual convertido en el sadomasoquismo más arrollador.
La película sorprendió y escandalizó en los festivales intenacionales de Venecia, Toronto y Londres y resulta prácticamente imposible no recordar a Nagisa Oshima con “El Imperio de los sentidos”, ya que la propuesta argumental es muy similar, al igual que podría suceder de algún modo con “El último tango en París” de Bertolucci; el encuentro de dos completos desconocidos que van a ir descubriendo cada vez más profundamente sus verdaderos anhelos, hasta ahora velados o sencillamente encubiertos. Pero mientras que en los anteriores filmes la factura suavizaba de algún modo las procaces imágenes subidas de tono, en esta ocasión el realizador maneja hábilmente un formato sucio, terriblemente visceral, que hace que casi podamos oler la sordidez del ambiente en que progresivamente va cayendo la pareja protagonista, supeditando absolutamente toda su existencia a unos vertiginosos encuentros sexuales, despersonalizándose más en cada ocasión, en la búsqueda atávica de un instinto nacido a expensas de todas las prohibiciones morales –no sólo en la diferencia de edad entre ambos, sino también en el atisbo de mezcla entre dolor y placer-.
A pesar de la turbadora provocación que pudiera plantear el film, rayano algunas veces en la pornografía, a nivel de imágenes, existe un mensaje que podemos atisbar en el interlineado del argumento: la búsqueda de los sueños y deseos más ancestrales puede convertirse en una tarea no sólo imposible, sino poco recomendable, ya que en dicha materialización se verá implicado un nuevo código de valores que convertirá en una eterna quimera la auténtica felicidad. Si logramos ver la cinta con una cierta distancia de todos los condicionantes morales habituales –si existen en esta sociedad, imagínense en la Coreana, donde tanto el autor del libro como el realizador han estado encarcelados acusados de pornografía, ilegal en ese país- tenemos un producto sencillo, pero efectivo. Primitivo en cuanto a su formato –y bastante alejado de otras películas más sofisticadas de este director tales como “To you from me” o “Hwaomkyung”-, e insuflado de cierto malsano y cítrico sentido del humor, el film resulta en todo momento tremendamente estremecedor, con la desconcertante evolución en una peculiar relación sentimental, donde la compasión se traduce en la mejor forma de provocar el dolor del otro.


Federico Casado Reina



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