Ficha película

Título:
El sueño de Jimmy Grimble
Director:
John Hay
Intérpretes:
Lewis McKenzie, Robert Carlyle, Gina McKee, Ray Winstone, Jane Lapotaire.
Calificación:
Crítica

La cinematografía británica ha superado un enorme escollo: ya no solamente son los dramones clásicos tipo “Shakespeare” los que venden en todo el mundo, sino que además se ha despertado un cine con cierta conciencia “social”, fomentado por cineastas como Ken Loach o Stephen Frears –aunque este último sea irlandés- que han desembocado en un tipo de películas que, embozadas por un vitriólico sentido del humor que dinamita las bases sociales de una comunidad hastiada de engaños y desigualdades, logran llegar hasta el alma misma del espectador con un mensaje tan universal como los anhelos, los logros y las metas de los ficticios -¿o quizás no tanto?- protagonistas de estos filmes.
“Full Monty”, “Tocando el viento” y otras tantas ponían en la picota toda una tradición en la lucha de clases, donde los menos favorecidos se aíslan del entorno opresor para intentar sobrevivir de formas tan pintorescas como hacer “strip-tease” o tocar en una banda de música para impedir cerrar una fábrica que da trabajo y pan a una comunidad. Pero para hablar de la película que nos ocupa, tenemos el referente obligado de un film reciente, que ha encantado tanto por su sencillez como por su estilismo y formato, bebiendo brillantemente de todo lo anterior: “Billy Elliot: quiero bailar” ha supuesto un paso más al musical, entroncando de alguna forma con “Bailar en la oscuridad”, ya que los protagonistas de ambas cintas se evaden de su dramático círculo familiar y social a través del baile. De esta forma, el los números musicales subliman todas las tensiones, transformando mágicamente las grises vidas de los protagonistas en verdaderas explosiones de alegría.
Pero ahora no es algo poético como el baile lo que hace salir a nuestro pequeño héroe de su difícil situación: ahora es el fútbol, ya que el film narra la historia de un chico cuya vida es un desastre –su padrastro no se lleva bien con él, sus compañeros le tienen amargado en la escuela...- y su única vía de escape es el balompié. Además de todo ello, el chico padece de un acusado “miedo ceremonial”, de forma que cuando en su Manchester natal se pone delante de un público para darle una patada al balón, le entran los nervios y no puede ni moverse. Ayudado por una desconocida, que le entregará unas botas “mágicas”, logrará superar no solo su miedo, sino todos los problemas que le rodean para intentar llegar a su sueño y convertirse en futbolista profesional.
El film, dirigido con habilidad pero de manera igualmente convencional –plagiando muchos elementos de “Billy Elliot”- por este director curtido en la televisión británica y cuyo anterior película, “The Steal”, fue un correcto thriller protagonizado por Alfred Molina, parece diseñado para provocar la obligada entrañabilidad de un chico que logra triunfar pese a todo lo que le rodea, a través de un deporte supuestamente de masas, como el fútbol. Correcta en su concepción y resolución, pero desgraciadamente, falta de originalidad.


Federico Casado Reina



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