Ficha película

Título:
In good company
Director:
Paul Weitz
Intérpretes:
: Dennis Quaid, Scarlett Johansson, Topher Grace, Marg Helgenberger, David Paymer, Philip Baker Hall
Calificación:
Crítica

El humor parece ser el género preferido de este realizador y productor, que ha encontrado escollos comerciales tan rentables, junto con su hermano Chris, como la saga de “American Pie”, ahora ha realizado una irónica mirada sobre el mundo empresarial norteamericano –lo que equivale a decir directamente “sobre el mundo occidental”, ya que se ha exportado prácticamente a todo el planeta lamentablemente parte de esos valores economicistas-. Pero lamentablemente, el film ha quedado algo liviano, algo trivial: Weitz tenía todas las cartas y la gran oportunidad para dar un paso más de películas como “Glengarry Glen Ross” o en menor escala “Jerry Maguire”, pero finalmente el producto ha derivado en una comedia generacional con más o menos gracia –que la verdad, la tiene- y unos cuantos momentos brillantes en los que los actores –especialmente Quaid- se lucen a placer. El realizador de “Un niño grande” ha retomado su recurrente leitmotiv de la madurez y la edad adulta, en esta ocasión a través de un superejecutivo de 51 años que es degradado y su puesto es entregado a un recién licenciado de 26, que para colmo, termina liándose con la hija de 18 del primero. En ese marasmo empresarial donde las cifras de ventas y la “sinergia” –la palabreja iba a haber sido el título de la película, de hecho- ambos personajes tendrán que colaborar por fuerza, mal que les pese.
Aunque el papel del chico jovencito iba a ser interpretado por Ashton Kutcher –actual novio de Demi Moore y visto en “El efecto mariposa”-, ha ganado bastante con la elección de Topher Grace, que añade un toque fresco a la disquisición moral entre ser un ser humano con principios en una corporación donde la economía y las cifras terminan por pesar mucho más que las personas y las vidas de cada uno. Si hablamos de la interpretación, quizás el maduro Dennis Quaid –que por fin empieza a ver reconocida su capacidad y estrellato en Hollywood- debería haber estado algo más contenido, ya que en algunos momentos llega a rayar en la autoparodia y el innecesario cliché del “maduro que no quiere envejecer” –sobre todo en el partido de baloncesto-. Es una verdadera pena que Weitz no aplicara la misma incisión y lucidez que utilizó en “Un niño grande” a la hora de poner en tela de juicio los dilemas existenciales de los personajes. No es que tuviéramos que ver a Quaid o Grace gritando “¡¡enséñame la pasta!” como Tom Cruise en “Jerry Maguire”, pero se podía haber sido muchísimo más sutil a la hora de plasmar la reflexión final en una película que pedía a voces una mayor profundidad y un mayor calado que una comedieta más o menos romántica con alguna nota de autocrítica a la empresa norteamericana. No hacía falta buscar la comercialidad, señores productores, si se fijan en el guión de este film, debería venir sola…


Federico Casado Reina



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