Que Jeunet es uno de los grandes visionarios en el panorama cinematográfico internacional no lo vamos a descubrir ahora, como tampoco lo han descubierto en Hollywood, donde ya le dieron la oportunidad de demostrarlo cuando lo pusieron al frente de la cuarta parte de la saga “Alien”, en una película que aportaba su barroco y peculiar modo de ver el cine. Probablemente, obras tan maduras y espectaculares como “Delicatessen” y sobre todo la reciente “Amelie” han dado aún más pistas de su universo personal, compuesto de fantásticos personajes, ilusiones, y visiones singulares de los más cotidianos acontecimientos. En esta nueva superproducción, se ha trasladado toda la magia de Jeunet a una preciosa novela de Japrisot, donde una testaruda chica que se niega a resignarse de la muerte de su novio en el frente de la Primera Guerra Mundial, comienza una investigación para descubrir si realmente su enamorado ha fallecido.
Contando con la misma Audrey Tautou –a la que el papel de “Amelie” casi la ha marcado ya de por vida- el film oscila entre la ternura y fantasía del film que citamos y el desgarro de una sanguinaria contienda bélica tan cruel como fue para Francia la Primera Guerra Mundial: saltando todos y cada uno de los fantasmas personales del director –como él mismo ha confesado- se ha narrado una historia de amor tan bonita como desconcertante, ya que el tono fabulador y lírico tan adecuado para la evocación y el humor, sencillamente no encaja en muchos momentos donde vemos secuencias verdaderamente truculentas de las trincheras y batallas –algunas rodadas igual que en “Senderos de Gloria” de Kubrick, el gran referente del cine bélico en la historia del celuloide-.
Ya sabíamos que la factura del film iba a ser impresionante, y sin duda lo es, ya que Jeunet se dedica a hacer filigranas inolvidables –como los recuerdos de cada uno de los participantes de la trinchera donde desaparece el novio de la protagonista-, pero en la banda sonora Angelo Badalamenti, habitual en la filmografía de David Lynch, ha quedado algo pobretón si recordamos la partitura de Yann Tiersen para “Amelie”. Todo el grupo de actores habituales en la filmografía del director –desde Dreyfus hasta Holgado o Pinon- continúa en esta gran producción que parece más norteamericana que francesa –aunque mantiene ese toque “familiar”-. Pero además de un metraje quizás demasiado largo –a raíz de ese regodeo visual innecesario en algunas secuencias-, también resulta algo extravagante narrar sucesos bélicos tremendos (como una ejecución injusta, génesis de la historia) con el tono de “Amelie”, que yo creo que no debería ir a la guerra.