Desde que Murphy llegara a Hollywood con su sonrisa –y risa- facilona, su forma de hablar, y sus expresivas –aunque cansinas- muecas, su trayectoria ha sido bastante errática: primero como “stand-up cómic”, más tarde como showman televisivo (en el eterno programa “Saturday Night Live”), para finalizar como actor que debutó en “Límite 48 horas” y se estableció como estrella interpretando al famoso policía Axel Foley en la serie de “Superdetective en Hollywood” –un símil muy acertado para un cómico llegado desde Brooklyn hasta Los Angeles...-.


Pero su problema siempre ha sido intentar jugar a todas las barajas: si hay un refrán que le encajaría como anillo al dedo es el de “zapatero a tus zapatos”. Ha probado su –mala- suerte como director, como productor, y como actor alejado de la comedia. Su craso error ha sido creerse el “Rey Midas” de la industria del cine –cuando, además sabemos, que ya existe uno...- fallando con películas como “Noches de Harlem”, “Un vampiro suelto en Brooklyn” y otras tantas que hacían perder la credibilidad –y lo que es peor, la rentabilidad en taquilla- de este actor. Por ello, rectificar es de sabios, y avispadamente, Eddie Murphy ha encontrado en los “remakes” –es decir, las nuevas versiones de películas antiguas, aprovechando la nula memoria histórica del público norteamericano- su gran filón: primero fue “El profesor chiflado” –originaria de Jerry Lewis- y posteriormente “Dr. Dolittle” –una almibarada comedia musical protagonizada por Rex Harrison-. Mientras que la primera apuesta era para un público adolescente –con el consabido caso del obeso que ha de ser aceptado como es- y su segunda apuesta ha sido directamente para el público infantil, en un intento de “humanizar” la estructura clásica de una película de dibujos animados, hablando el protagonista con todos los animales, verbigracia de las versiones animatrónicas de las especies y del retoque digital.


Si en la primera parte podría quedar duda de las intenciones de Murphy, en un film “para toda la familia”, ahora ya no la hay: “Dr. Dolittle 2” es una película para niños, donde el predecible y parco guión sólo busca la carcajada fácil del supuestamente público menos exigente, utilizando el clásico repertorio “made in USA” de esta calaña de filmes. El pretexto argumental no es otro que la salvación de una reserva natural, para lo que el famoso doctor desempeña el papel de “celestina” entre una osa salvaje y un sofisticado y simpático oso criado en cautividad. El enfrentamiento de nuestro “héroe” capaz de hablar con los animales, se apoya en la cohesión de su propia familia, que empieza a desarrollar sus mismos “poderes”. Un verdadero circo parlante donde los números son las conversaciones de los propios animales, y el triple salto mortal consiste en sus discusiones. Pero al menos, es un producto honesto: lo que promete es lo que hay.