Pocas veces tenemos oportunidad de ver una obra tan compleja y a la vez tan sobrecogedora sobre el comportamiento humano, porque las relaciones de las dos parejas protagonistas del film –un periodista, una stripper norteamericana llegada a Londres, una fotógrafa y un dermatólogo- se van retorciendo hasta llegar a unas situaciones de lo más rocambolescas, llevadas a las razones mismas de la existencia del hombre y la mujer. Sexo, amor, deseo y fidelidad se conjugan con gran lucidez en esta adaptación cinematográfica que no desmerece en absoluto de su origen teatral, en una de las obras más premiadas de lengua inglesa de los últimos años, y que ha pasado triunfalmente por los escenarios de casi toda Europa y Estados Unidos. Nichols además es capaz de sintetizar todos los recursos cinematográficos para ponerlos al servicio de la historia, articulando “flash-backs” con gran habilidad. Claro que no podríamos hablar de la calidad del film sin contar con las geniales interpretaciones de todo el reparto, donde brillan especialmente la versátil Natalie Portman y el televisivo Clive Owen.
Un film realmente excelente, que invita a pensar sobre las verdaderas motivaciones de los seres humanos y nuestra necesidad de focalizar todos nuestros deseos en las demás personas.