Ficha película

Título:
Conociendo a Julia
Director:
István Szabó
Intérpretes:
: Annette Bening, Jeremy Irons, Bruce Greenwood, Miriam Margolyes, Juliet Stevenson, Shaun Evans, Lu
Calificación:
Crítica

Desde que Raoul Walsh en 1925 realizara “La dama de Oriente”, protagonizada por Pola Negri, W. Somerset Maugham ha sido uno de los autores literarios más adaptados de la historia del cine: casi todas sus obras han tenido un correlato cinematográfico y todos los complejos universos que el escritor retrató en sus novelas –desde intrigas amorosas, hasta tramas políticas y espionajes- se han reflejado en la gran pantalla con gran esplendor, demostrando un marchamo especial de calidad en toda la dramaturgia de esos personajes creados por su pluma. En esta ocasión, la novela “Teatro” es la trasladada al celuloide, gravitando en torno a su personaje principal, Julia Lambert, una madura diva del teatro en el Londres de 1938 que aburrida por su estrellato y con gran desidia por su relación matrimonial, espolea sus sentimientos al embarcarse en un turbulento romance con un admirador mucho más joven que ella.
Esta es una de las películas que no tendrían sentido sin su actriz principal, ya que Anette Bening –que ha cosechado premios internacionales por este film allá por donde ha ido- está sencillamente esplendorosa, realizando la interpretación de su vida con una serie de matices que la pueden convertir ya en un mito casi tan importante como el propio personaje que interpreta. El Húngaro István Szabó, que ganó el Oscar por “Mephisto” y que ha demostrado ser un maestro para los ambientes y las sagas, como realizó en “Hannusen” o en la reciente “Sunshine”, en la película pierde un poco el norte en el arranque, dejándose arrastrar por la magnética personalidad de Bening, y desaprovechando interpretaciones tan jugosas como la del simpar Jeremy Irons –siempre correcto- pero más tarde logra resarcirse con un giro argumental tan copernicano que deja estupefacto al espectador, consiguiendo mutar una película de gran intensidad dramática en una sátira social de lo más profunda y mordaz, sin perder el tono en ningún momento. La parábola de la lucha contra el envejecimiento y de cómo la madurez no es aceptada, es otro tema que la película toca con gran acierto, no ya en el papel de Anette Bening, sino paradójicamente en el joven amante de la diva, que por oposición demuestra cómo puede la responsabilidad influir en la toma de decisiones. Pero lo mejor del film, incuestionablemente, está en ese apoteósico final, donde tenemos oportunidad de saborear todas las confabulaciones más maquiavélicas de la protagonista –que, recordemos, interpretó a la manipuladora Marquesa de Merteuil en “Valmont”-, en una apoteósica e inolvidable interpretación.


Federico Casado Reina



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