La nostalgia siempre ha sido una de las armas que Garci ha tenido a la hora de hacer sentir al público. Unas veces le ha salido bien –ahí tenemos su primer film “Asignatura Pendiente”, toda una elegía al recuerdo, que luego dinamizó toda su carrera- y otras, muy mal –como en “You’re the One”, donde la pedantería sustituía todo lo entrañable que podían llegar a ser las ilusiones infantiles-; en esta ocasión, Garci ha acertado en la diana, en una empresa tan pretenciosa como presumiblemente complicada, pero su veteranía a la hora de dirigir le ha ofrecido un saldo muy positivo, unificando toda la maraña de historias que confluyen en un retrato social tan acertado como entrañable, de una sociedad que se está levantando de un golpetazo tan brutal como una Guerra Civil.
Un taller mecánico, un banco, una cafetería o la taquilla del metro son nexos de unión para que una extensa galería de personajes muestren buena parte de las leyendas urbanas que han perdurado a lo largo de décadas –como la de la anciana miserable que guarda en un arcón una fortuna, o la de los malos tratos, o aún más alucinante, el botones que se hace pasar por el director del banco…-, suavizando y matizando cada una de las expectativas y razones de todas esas vidas, que luchan día a día para salir adelante en una España que todavía roza la hambruna. Algunos pensarán que les estoy destripando la película, pero se equivocan, porque todas esas pequeñas historias, a modo de cuentos urbanos, ya son de sobra conocidos por todos nosotros casi desde que nacemos, así que lo realmente interesante del film es cómo Garci es capaz de concatenar cada una de las historias, hilvanándolas con habilidad. Resulta igualmente brillante como el realizador se ha alejado considerablemente de toda la presumible pedantería, utilizando un fino y delicado sentido del humor que planea a lo largo de todo el film. Ni que decir tiene que la factura de la película es sencillamente esplendorosa, así como la ejemplar banda sonora del joven Pablo Cervantes, que revitaliza con influencias de Nino Rota y Morricone toda la memoria histórica de un Madrid castizo y cañí. Evidentemente, la referencia a Robert Altman y “Vidas Cruzadas” es más que obligada, solo que personalmente, creo que este film ha trascendido a esta estructura y aunque no la supera, tiene momentos en los que estructuralmente, logra dar un mayor sentido a la globalidad.
La coralidad es también un elemento a tener en cuenta, pero no a la forma del maestro Berlanga, sino más bien en una especie de “puzzle” donde todos encajan a la perfección, y cada uno por separado, es capaz de ser protagonista de su propia historia, tan llena de contenido y ternura como todas las demás. Un inteligente y lucido ejercicio de estilo que Garci ha tenido el talento de realizar, con pocas pretensiones, pero con mucha eficacia.