El revolucionario Shyamalan ha dado otra vuelta de tuerca a su corta pero intensa filmografía con una película realmente insólita, no ya por su capacidad de sorprender –y asustar- o por su impresionante realización, sino por mezclar los géneros de una forma tan sutil y eficiente: si el llamado “thriller psicológico” fue redefinido con su anterior obra, “El Bosque” marca una madurez considerable en este director, que ha logrado consolidar todas las historias de serie “B” que suelen poblar los programas de televisión centrados en lo sobrenatural –tipo “En los límites de la realidad”-, elevándolas a la categoría de cine en mayúsculas, con todas las pautas de las grandes películas de la historia del cine.
El arranque de la cinta es tan turbador como original: a finales del siglo XIX, una remota localidad campestre está rodeada de unos misteriosos bosques, que parecen estar poblados de unos terribles y peligrosísimos seres que amenazan a los pobres y sencillos habitantes de la villa. Cuando la chica protagonista –ciega, e hija del líder de la comunidad- madura y ve cómo comienza a atraer a dos de los chicos del lugar –un retrasado mental y un contestatario e idealista herrero- toda la acción empieza a precipitarse, y el castillo de naipes con que está construido el desarrollo dramático de la historia, empieza a desmoronarse…
Lo que si es cierto, es que la distribución del film ha sido de lo más deficiente, ya que ha instado al público a ver una película “de miedo”, y “El Bosque” no es exclusivamente eso. Más bien es algo mucho mayor que eso, ya que existe una conjunción de estilos y géneros cinematográficos que contribuyen a la idea final del film, tan original como bonita. Por ello a la hora de ir a ver esta película –y más que nunca en ningún otro film- hay que ir sin prejuicios algunos, dejándose enmarañar de la habilidad narrativa de este ejemplar director, que ha conseguido mezclar con gran habilidad la comercialidad con la mejor entendida grandeza del cine comercial, recurriendo además a los temas clásicos del cine tales como el amor, la entrega, la sospecha o la pasión. Si ya sabíamos que, además, este director tenía una insólito talento para dirigir actores, ahora se confirma con una monumental interpretación de la neófita hija de director Ron Howard, Bryce Dallas Howard, que ya ha firmado para la nueva película de Lars Von Trier –de hecho, el film de Shyamalan es una versión “atípica” de “Dogville”, de alguna forma a la hora de mostrar un microcosmos aislado-, y a la que acompañan al mismo nivel Joaquin Phoenix y un Adrien Brody que compone a uno de los mejores retrasados mentales de toda la historia de Hollywood. Pero “El Bosque” –su título original es “El pueblo”, porque ya existía en el inglés original otra película que se llamaba “El bosque”, pero ahora la distribución ha podido arreglar la idea original de Shyamalan, al menos en español- además es un verdadero recital de buen cine, en todos los aspectos. Solo hay que dejarse envolver, y no luchar; sencillamente, sentir.