Tal cambio en el registro de este director, solo puede venir originado por una intencion: la comercialidad. Y cuando se busca exclusivamente la comercialidad, sin más paliativos, suele pasar lo que ha sucedido con este film, decididamente fallido: se cae en lo prosaico, en los excesos y se defrauda al espectador. En principio, todo parece ser de lo más interesante, con un planteamiento y arranque de la historia realmente atractivo: un vendedor de ropa interior femenina, cuando es despedido decide montar una “escuela de seducción” para enseñar a hombres y mujeres el arte de encandilar al otro cónyuge. Paralelamente, una locutora de radio va a sufrir la venganza de ese vendedor reciclado en maestro de la seducción, estableciéndose entre ambos una singular relación de amor-odio.
Tras tocar el escabroso tema de la violencia de género en su anterior película “Solo mía” –un drama protagonizado por Sergi López y Paz Vega-, Balaguer vuelve a demostrar su falta de capacidad a la hora de dirigir a actores: no lo consiguió con Sergi López, uno de nuestros mejores intérpretes, y ahora ha vuelto a desaprovechar miserablemente la enorme capacidad de la siempre excelente Victoria Abril y la simpatía y desparpajo del televisivo Javier Veiga, alma de “El club de la comedia”. De esta forma, lo que podía haber sido una comedia delirantemente divertida, con una resonancia al enfrentamiento intersexual, ha quedado en un burdo intento de parodiar los intereses económicos de los medios de comunicación. Es una lástima que una producción tan cuidada –que cuenta con cameos de lujo como los de Iñaki Gabilondo, Luis Del Olmo y hasta ¡Boris Izaguirre!- quede empañada por ese halito de mediocridad que hace recordar irremisiblemente a la más torpe filmografía sesentera de nuestro país: solo faltan en la película las referencias a las turistas suecas y a las temáticas del divorcio para hacer de una presunta comedia de alto nivel, una “españolada” con el término más peyorativo de la palabra.