Ficha película

Título:
El mito de Bourne
Director:
Paul Greengrass
Intérpretes:
Matt Damon, Franka Potente, Brian Cox, Joan Allen, Kart Urban, Julia Stiles.
Calificación:
Crítica

Nunca he estado en contra de la comercialidad, y aún menos cuando ésta viene trufada de calidad. Ya en la primera parte cinematográfica, el personaje creado por Ludlum era fantásticamente adaptado a la gran pantalla por un equipo que huyó de lo fácil de un género tan trillado –desde la franquicia de Bond hasta la de “Mission Impossible”- como el “thriller” de espionaje, apostando mucho por los personajes y los conflictos emocionales que sentían. En esta continuación, se sigue la buena tónica general, y hay una evolución argumental con respecto a todo lo anterior: ahora Bourne y Marie viven en la India, y el grupo de élite al que perteneció ha sido desmantelado. Los problemas comienzan cuando la CIA sospecha del desaparecido agente cuando asesinan a dos espías más en Europa, y vuelve a comenzar la “cacería” implacable contra Bourne.
Aunque no lo parezca, existe una progresión dramática muy bien articulada en el film, surgiendo nuevos y jugosos personajes –los de Joan Allen y Brian Cox, especialmente- que aportan bastante al desarrollo de la historia. El guión además da muchas más pistas y pautas sobre la vida de esa especie de terminator amnésico que está fantásticamente interpretado por un Matt Damon más maduro y con menos cara de niñato universitario norteamericano. Tampoco podemos olvidar la excelente réplica que la alemana Franka Potente le hace en todo momento, en una combinación muy seductora de ternura, arrojo y belleza.
Quizás el único tirón de orejas que se le puede dar al film, es la inexperiencia del director, que aunque voluntarioso y esforzado por realizar una película comercial y espectacular, se pasa con las secuencias de acción llegando a ser realmente confusas: toda la coreografía milimétricamente controlada por Doug Liman en la primera parte, ahora se convierte en unas secuencias de acción muy ambiciosas, pero miserablemente desaprovechadas por un exceso de movimiento de imagen donde casi todo el sentido. El resto del equipo, sobre todo en la fotografía, realiza un implacable trabajo, dotando a esta nueva franquicia cinematográfica de personalidad propia, alejado del barato espectáculo vacío de contenido que este tipo de filmes suelen ser. Si logramos simplificar de la ecuación final de la cinta el “toque de Michael Bay” –que tanto gusta de mover la cámara esquizofrénicamente para hacer las secuencias de acción-, nos quedamos con un producto tan atractivo como bien construido, y lo que es mejor, con las claves exactas para seguir dentro de la vida de Bourne, al que todavía le queda una película más para completar la trilogía literaria en el cine.


Federico Casado Reina



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