Ficha película

Título:
Mar Adentro
Director:
Alejandro Amenábar
Intérpretes:
Javier Bardem, Belén Rueda, Lola Dueñas, José Mª Pou, Mabel Rivera, Celso Bugallo, Joan Dalmau, Albe
Calificación:
Crítica

Pero qué mala es la envidia; la misma falsa caridad que se desata cuando alguien ha fracasado, se convierte en soberbia y envidia cuando alguien triunfa, con todas las de la ley. No es suficiente con que su producto sea no ya bueno, sino sobresaliente, sino que además parece que haya que pedir perdón por saber lo que uno hace, y haberlo hecho bien. Hasta “Los otros”, Amenábar había demostrado que era un talentoso realizador, pero que en el guión, le fallaban su grandeza como director y como compositor –no olvidemos su enorme capacidad a la hora de componer bandas sonoras, impecables, efectivas, modélicas en definitiva-. Con la película protagonizada por Nicole Kidman demostró al mundo entero que era ya uno de los nombres a tener en cuenta en el panorama internacional, y ahora ha subido un peldaño más, dominando la ternura, la lírica y la poesía como pocos directores han hecho en la historia del cine. Porque caer en lo prosaico, la lágrima fácil y el tópico en esta película habría sido muy fácil: cientos, que digo cientos, miles de filmes ya nos han hablado de discapacitados, de personas que han conseguido sobreponerse a una dramática situación física, logrando salir adelante al precio que sea. Pero muy pocos han mostrado la realidad tal cual es, con sus luces y sus sombras, con su drama pero también, porqué no, con su comedia. Y eso lo ha hecho Amenábar con “Mar Adentro”: se ha logrado asomar a la vida de un hombre cuadrapléjico, que buscaba desesperadamente su dignidad a través de la muerte misma. Casi con total ausencia de “recursos lacrimógenos”, esta cinta es un auténtico y precioso canto a la vida, a la libertad, al deseo de ser feliz de la manera que uno elija, sea de la forma que sea.
Además de manejar con gran habilidad los recursos dramáticos –y repito, ¡cómicos!- de un guión ejemplarmente escrito, Amenábar ha demostrado su incuestionable capacidad para dirigir actores, especialmente con el lustre sacado a Belén Rueda, cuyo papel le habría ganado con total seguridad un Oscar de Hollywood si la película hubiera sido norteamericana, eso por no hablar del inconmensurable trabajo de Bardem, exultante en un personaje lleno de matices, irónico y divertido, con un drama y un mundo interior que se deja transmitir a cada plano. Es, en definitiva, una de las cintas más emocionantes y sensibles –que no sensiblera- que cualquier espectador haya podido ver en toda su vida, con momentos en los que se erizan los pelos no ya porque “toque”, sino sencillamente, porque a los humanos siempre nos emociona la verdad de los sentimientos. Una maravilla.


Federico Casado Reina



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