Ficha película

Título:
Inconscientes
Director:
Joaquin Oristrell
Intérpretes:
Juanjo Puigcorbe, Ana Rayo, Nuria Prims, Mercedes Sampietro, Alex Brendemühl, Luis Tosar, Leonor Wat
Calificación:
Crítica

Ha sido muy valiente la apuesta de Gerardo Herrero por Joaquín Oristrell, un ejemplar y preclaro guionista, pero un mediocre y plomizo realizador: su nuevo film como director es tan interesante de planteamiento y factura, como poco cómplice y aburrido en su desarrollo, a pesar vislumbrarse en él algunos destellos de una genialidad como “autor”, que sin duda tiene; nos situamos en la Barcelona de principios del siglo XX, en la que las corrientes psicológicas de un tal Doctor Sigmund Freud estaban revolucionando la sociedad médica, y las mujeres estaban tomando cada vez más protagonismo en la vida social, académica y laboral del mundo. En ese contexto, una devota pero moderna esposa ve cómo su marido, un eminente médico psiquiatra, desaparece de su vida, y recurrirá a su cuñado, también médico, para encontrarlo a través de los pacientes que el desaparecido tiene.
Además de plantear un interesantísimo fresco histórico de la España de 1913 –un año después del hundimiento del Titanic y un año antes de que empiece la Primera Guerra Mundial- la historia tiene elementos muy apreciables, como toda la trama del desarrollo detectivesco, trufado con elementos de comedia que la hacen muy interesante; quizás el problema de este film voluntarioso, pero incuestionablemente insuficiente, radique en que el tipo de comedia delirante no encaje con la encorsetada sociedad casi decimonónica en la que está ubicada. No obstante, los enredos vodevilescos, así como el perfil de los personajes principales –en especial mención el interpretado por Luis Tosar, la contradicción hecha hombre con una rígida educación, pero también con unas enormes ganas de mandar al garete todo aquello que no lo deja vivir como quiere…- son algunos elementos muy bien llevados a lo largo de una historia que podría haber funcionado mucho mejor si no hubiera tenido la pretenciosidad de revisar unas caducas estructuras sociales, y se hubiera centrado directamente en el humor satírico, directamente, tal y como hizo –salvando las distancias, claro está- Billy Wilder con “La vida privada de Sherlock Holmes” o el propio Herbert Ross con “Elemental, Dr. Freud”. Todo ese tentador marco, es el perfecto para encajar todos esos ingenuos idealismos –aunque sean más freudianos que otra cosa- pero no tanto para tengan ese toque combativo y beligerante a la hora de enfrentarse con las estructuras sociales llamadas a desaparecer en el nacimiento de ese nuevo siglo, el XX, que trajo, además de la creación del propio cinematógrafo, la lucha por la igualdad de la mujer y la búsqueda de la felicidad, por encima de las clases sociales.


Federico Casado Reina



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