Ya habíamos visto en “El Silencio de los Corderos” que los expertos en criminología del FBI norteamericano tenían que pasar un verdadero calvario para llegar a enfrentarse a los psicópatas más peligrosos; pero ahora se ha dado un paso más allá, quizás inspirándose en los muchos “reality-shows” y concursos –especialmente en “La isla de los famosos”, solo que ahora en vez de conocidos rostros catódicos, son diligentes policías los que se meten en el berenjenal de la supervivencia…- que se dan en la televisión: la prueba definitiva de “licenciatura” para estos estudiantes a “cazadores de mentes” –o quizás mejor, de monstruos- consiste en encerrarse en una isla todos juntos y desentrañar las pistas que llevan a un maniaco que ríanse de Hannibal Lecter en sus mejores tiempos. Como suele suceder, las apariencias engañan, y lo que pueden ser tus compañeros del alma o tus propios profesores, terminan por formar parte de tu lista de sospechosos…
Es inevitable la comparación con “La prueba”, en la que un aguerrido Colin Farrell intentaba ganarse el beneplácito de un manipulador y veterano Al Pacino, pero ahora se intenta dar un paso más en la historia, con un planteamiento ciertamente original: mezclar al psicópata entre los siete “aspirantes” y articular la historia como una partida del “Cluedo”, solo que en una isla remota, donde además la supervivencia se hace imperativa. El único problema de la historia, que termina por lastrar y frustrar el resultado final, es que avanza a base de “sorpresas” demasiado arbitrarias para el espectador, que ve como las “reglas” tácitas de este tipo de “thrillers” con gotas de acción se rompen para que las cosas salgan como al guionista le parece bien. Además, tenemos que recordar que el director –un Renny Harlin realmente esforzado, que aún no ha encontrado su norte en la gran industria de Hollywood, a pesar de sus denodados intentos como “Deep Blue Sea”, “La isla de las cabezas cortadas”, “Driven” o la segunda parte de “La Jungla de Cristal”- ha entrado de rebote en el proyecto, ya que sus dos anteriores realizadores, Peter Howitt –“Conspiración en la red”- y Joe Dante –“Gremlins”-, abandonaron la producción; ni la preclara realización de Harlin, ni los vistosos papeles de Christian Slater, Val Kilmer y sobre todo, un recuperado Johnny Lee Miller –“Trainspotting”- consiguen salvar un guión, que tras un brillante preámbulo, paulatinamente se va desinflando para caer en los mayores tópicos del suspense. No hace demasiado tiempo veíamos con desagrado que sucedía algo similar en la película “Identidad”, donde una idea se malograba por intentar replicar el éxito de otras cintas del género, sin aportar nada de originalidad ni conseguir entretener a la audiencia.