Cuando Romeo se enamoró de Julieta no sabía todavía que pertenecía a una estirpe de enemigos atávicos de su familia, pero coincidía en todos los elementos para que pudiera gustarle: era dulce, tierna, inteligente, sensible y para colmo, guapísima. Entonces ¿se habría podido enamorar Romeo, si hubiera sido maleducada, macarra y borde? Seguramente no, y de esta forma resulta incomprensible cómo un “heavy”, en toda regla se pudiera enamorar de una pija redomada, que encima estudia ingeniería de telecomunicaciones –por lo no hablar de la recíproca, claro…-. Con esta premisa, la película podría haber sido un delirio falso, cómplice y grangiñolesco y habría funcionado seguramente bien. Pero resulta que nos la quieren vender como una comedia romántica de las de toda la vida, y donde el único elemento diferente es que el “romeo” protagonista, es un insólito rockero de barrio, que ayudado por un amiguete con el que toca en un grupo, intenta conquistar de las maneras más ridículas y tópicas el corazón de la presunta “chica perfecta”.
Lo peor del invento, destinado a recaudar en taquilla lo suyo, pero que ha terminado pinchando para el gran público debido a las falsas expectativas, es que el tono más o menos “serio” se intenta mantener durante la historia que se cae por su propio peso, y que respaldada por una ironía habría funcionado: los pocos momentos humorísticos de la historia son además un alarde completo de mal gusto que ríanse de los peores filmes setenteros de Ozores. Por otra parte, más le hubiera valido a Segura tener el registro que alcanzó en “El día de la Bestia” que el papel de pánfilo enamoradizo que interpreta –realmente increíble para un personaje de estas características-.
A pesar de haber adobado pertinentemente el film con una gran producción, y varios reclamos publicitarios –como la presencia de Heidi Mitchell, mujer de Alejandro Sanz, que debuta en la cinta, o numerosos secundarios divertidos como José Luis Coll, “El Sevilla” o el mismísimo Joaquín Sabina-, el resultado final ha sido tan deficiente como decepcionante. Y de bestia, nada.