..El arte es un medio de expresión de una realidad, más o menos ficcionada y vista a través de un prisma. Pero no es menos cierto que en la mayoría de los casos “La realidad supera a la ficción”; este caso es uno de ellos, puesto que a través de un imaginativo y tremendo documental nos llega un caso que estremeció a la sociedad norteamericana allá por finales de los ochenta, cuando un profesor de informática que tenía una próspera vida y una familia modélica, fue detenido junto a su hijo el día de acción de gracias, siendo ambos acusados de pederastia y pornografía infantil. La paulatina disgregación de ese “sueño americano” perfecto, con la familia ideal y la casa ideal es realmente abrumador, constatando cada uno de los cambios que se van provocando en los miembros que han “sobrevivido” a dicho proceso judicial y a la condena carcelaria posterior.
Pero quizás lo más importante –y fíjense lo que digo- no es ya el argumento, que resulta realmente brutal, sino la forma en que el realizador ha tenido la valentía de contar: a base de mostrar videos domésticos de la familia, ha ido mostrando paulatinamente el entorno de falsa moral y artificiosa “normalidad” que ha envuelto a ese grupo de personas asfixiándolos paulatinamente de sus propias personalidades y casi exigiendo una determinada conducta y valores presuntamente imperantes en toda la comunidad bienpensante. La factura termina por completarse con una ejemplar banda sonora de Andrea Morricone, que añade las notas nostálgicas y reflexivas en los momentos críticos de todo el film.
Esta muestra de la sociedad norteamericana –de clara herencia anglosajona- está tan bien diseccionada del resto, que bien podemos extrapolar todos y cada uno de los problemas que hemos visto en la evolución de la familia, que intenta sostener una fachada exterior a costa de todo lo que sea, hasta que finalmente, la falsa imagen perfecta termina resquebrajándose y provocando el gran escándalo. El ritmo del film es realmente modélico, logrando encajar una estructura dramática progresiva en el formato de un documental, y alcanzando una narración lineal que va evolucionando conforme vamos conociendo a cada uno de los miembros de la “familia perfecta”, a la que ya sabemos destrozada de antemano. El proceso de corrupción de todas estas personas –elevadas casi a personajes en el film- es francamente fascinante, comprobando que un ciudadano “libre de toda sospecha” –como decía la famosa película- en realidad puede tener escondido dentro de sí todo un torbellino de pasiones y elementos insospechados que pueden saltar a la primera de cambio. Una película realmente reveladora, llena de claves en las que podemos comprobar que, como reza la una inmanente y tácita ley de la psicología “cuánto más perfecto es el aspecto exterior, más problemas hay dentro del paciente”.