Desde que Michael Crichton publicara a principios de los noventa su novela “Parque Jurásico”, grande ha sido la moda de los dinosaurios, sobre todo desde que el “Midas de Hollywood”, Steven Spielberg tomara las riendas del asunto adaptando cinematográficamente un texto tan “jugoso”. La Universal, una de las grandes “majors” del cine norteamericano, le firmó un contrato para dirigir las dos primeras cintas de la saga, y a partir de entonces el realizador de “E.T.” ha creado toda una parafernalia que extralimitaba lo puramente cinematográfico, instaurando una moda a nivel de comunicación que llegaba a lo más rebuscado del merchandising, amén de provocar todo un “efecto dominó” en buena parte de las producciones USA (desde el “Dinosaurio” animado de la Disney, hasta otras tantas películas con estos bichos como protagonistas).
Hay que reconocer el innegable talento de Spielberg a la hora de manejar los parámetros del mundo del cine, demostrando ser un auténtico maestro a la hora de hacer cine espectacular –como la saga que nos ocupa- e igualmente cuando realiza unos productos mucho más profundos, como en el caso de “La lista de Schindler” –una nota interesante es que mientras rodaba este film en Polonia, supervisaba a través de internet los efectos especiales de “Parque Jurásico”-. ¿Y ahora? Pues ahora Mr. Spielberg ha delegado en Joe Johnston, que ya dirigiera una película intrascendente pero honesta con su público, “Jumanji”, para encarar el proyecto como realizador. Las directrices han sido claras: esto es, precisamente un parque... temático. Ahora la familia viene a ver cómo son de terroríficos los dinosaurios, cuánto asustan y cómo son los monstruos buenos, todo ello arropado por unos impresionantes efectos visuales de la ILM –la factoría de su amiguete George Lucas, todo queda en casa, vamos- y por un montaje trepidante.
El pobre argumento del film sitúa a unos padres separados que tienen que viajar hasta la isla de Sorna, en Costa Rica, para rescatar a su hijo, que se ha perdido en ese nido de dinosaurios salvajes; para ello contarán con la inestimable ayuda del Paleontólogo que ayudó a John Hammond en la primera cinta. Pero el problema, es que el guión es tópico, previsible y exclusivamente orientado al espectáculo más intrascendente, añadiendo para más escarnio, una serie de referencias excesivamente “proamericanas” tales como la salvaguarda de la familia occidental, y por supuesto, del “glorioso” ejército de los Estados Unidos de América, capaz de enfrentarse a lo que le echen. Una lástima, porque la gallina de los huevos de oro, ya ha dejado de poner, y Mr. Spielberg, ya está tentando a la suerte a la hora de invertir en puro-y-duro-espectáculo, y el oro, como pasa con los duendes, puede convertirse en basura.