Aunque siempre suele suceder, a las buenas chicas les gustan los chicos malos. Así es como arranca esta refrescante cinta que narra la historia de una joven que trabaja como cámara en un canal de televisión, y que termina siendo miembro de una peligrosa banda que quiere cometer el gran atraco de sus vidas. La realización ágil, los personajes muy perfilados y un sentido del humor muy cáustico hacen del film un divertimento de principio a fin. Quizás el único elemento que chirríe un poco sea el romanticismo que de vez en cuando se deja entrever en la relación de la protagonista con uno de los atracadores.
El retrato de la delincuencia está desprovisto de ninguna carga moral, y el director tiene la habilidad de mostrarnos todas las facetas de cada uno de los integrantes de esta desastrada banda, que a la postre, solo quiere sobrevivir en una sociedad que les intenta arrastrar. Esa reflexión sobre el egoísmo y la ambición también está presente de una forma muy sutil, que consigue hacer tambalear todos los argumentos que pudiéramos tener en contra de unos personajes que resultan finalmente entrañables. Y todo ello para contar una insólita historia de amor, de lo más original.