Cuando hace unos cuantos años el grupo Filmax decidió abrir una línea de producción enmarcada en el cine fantástico, creando la “Fantastic Factory”, todos los aficionados a este género soñábamos con que la iniciativa cuajara. Y todos los elementos estaban a favor para que llegara a buen puerto, ya que se ficharon talentos de la serie “B” más imaginativa y mejor considerada para lograr buenas películas, de difusión internacional y temáticas interesantes: directores como Brian Yuzna, Stuart Gordon y actores como Jeffrey Combs pasaron a formar parte de estos proyectos, que lamentablemente, apostaban mucho más por una barata comercialidad –que al parecer han logrado en ciertos mercados- que por una calidad. Pero esta decepción parece haber remitido con el film que nos ocupa, porque “Romasanta”, es una película no sólo digna, sino además muy redonda de principio a fin, tocando todos los registros propios de este género, con gran ritmo y desarrollo dramático, y lo que es mejor, con una producción y factura realmente impresionante.
Rodada en inglés, la historia gira en torno al famoso personaje del “sacamantecas”, o lo que es lo mismo, Manuel Blanco Romasanta, el llamado “hombre lobo de Allariz”, que tras asesinar a sus víctimas fabricaba jabón con la grasa de sus cadáveres. Articulando la historia como un brillante “thriller”, la película está a caballo entre un estudio policíaco y una visión hacia el terror más visceral. Utilizar la leyenda de la licantropía, además, ha encajado a la perfección en el desarrollo de la historia, que está plagada de sobrecogedoras secuencias de magnífica resolución. Todo este ambiente del siglo XIX, en los albores de la investigación policial científica, filtrada aún por las leyendas y miedos más atávicos del pueblo, es realmente ideal para fijar un marco de referencia en una película donde el terror, el misterio y el suspense están dosificados sabiamente por Paco Plaza, que ha realizado un maduro y perfecto trabajo de dirección. No obstante, todo el diseño de la película tiene un referente reciente en la producción francesa “El pacto de los lobos”, aunque en “Romasanta” se apueste mucho más por la profundidad de los personajes y la terrible historia del protagonista que por una vacía espectacularidad que muchas veces lastraba el resultado final del film galo.
Por todo esto, no tenemos por menos que congratularnos con el primer producto digno y bien realizado de todo el periplo de la Fantastic Factory –aunque sin olvidar a Jaume Balagueró, por supuesto-, que ha resucitado de golpe todas las esperanzas de esta línea de producción y que ofrece una alternativa no ya igual, sino mucho mejor que muchas de las películas recientes norteamericanas de este género, tales como “Van Helsing” o “Underworld”.