Ficha película

Título:
Intermission
Director:
John Crowley
Intérpretes:
Colin Farrell, Shirley Henderson, Cillian Murphy, David Wilmot, Colm Meaney, Kelly MacDonald.
Calificación:
Crítica

Las ganas de contar cosas son la génesis de cualquier actividad artística: la invitación sincera y honesta para reflexionar sobre el mundo que nos rodea, y la particular visión de un artista son esenciales para el discurso cinematográfico, que además tiene una serie de recursos estilísticos que ninguna otra disciplina creativa tiene. El manejo del tiempo y el espacio, la original visión de un personaje, la música, o la fotografía son elementos que combinados entre si de una determinada manera, pueden originar productos radicalmente diferentes. Dentro del llamado “cine social” inglés, hemos visto multitud de parábolas, teñidas generalmente de un acertado y entrañable humor. “Full Monty”, “Billy Elliott” o –de una manera más cercana al film que nos ocupa- “La camioneta” han revisado las precarias condiciones de vida en la presuntamente opulenta Gran Bretaña, mostrando que fenómenos como el paro, la indigencia, la intolerancia o la pobreza también muerden en aquellos ciudadanos que, como todos, lo único que intentan es sobrevivir. Incluso tuvimos la oportunidad de ironizar sobre la droga y la juventud, partiendo de la base literaria de Irvine Welsh, con “Trainspotting”. Precisamente sus productores, aliados con Neil Jordan, han decidido dar alas a esta voluntariosa carta de presentación que aún exhala amateurismo, pero que también promete un gran talento: con una estructura muy similar a la de “Vidas Cruzadas” de Robert Altman –y van…-, se nos muestra el puzzle de un grupo de personas que se desmorona, como un castillo de naipes, cuando dos de los personajes deciden romper su relación. A partir de entonces, la concatenación de historias nos irá mostrando, con gran sentido del humor, esos pequeños fragmentos de “vida”, desde el policía duro y aguerrido, pero con sensibilidad para la música celta, hasta el chorizo macarra, el maduro banquero que decide dejar a su mujer por una jovencita o el dependiente de un supermercado que quiere tomarse un tiempo para reflexionar sobre su amor.
Además de un formato muy contemporáneo –que utiliza técnicas de documental, incluso imagen en video- la película contiene un malsano y corrosivo sentido del humor con el que se hilvanan las más insospechadas reacciones de los personajes, que componen una insólita galería de posturas existenciales –algunas realmente extravagantes, como la del hemipléjico borrachín, que quieren que le acerquen los vasos de cerveza-. Durante todo el desarrollo dramático, además se tocan tangencial, pero permanentemente dos temas que al final surgen de una manera preciosa y natural en la conclusión de la historia: el amor y la justicia. Y aunque pueda parecer prosaico, lo hace de un modo original. Por eso se le perdonan todos los pequeños errores de forma a este divertido e incisivo film y que consigue algo original para los tiempos que corren: que abramos un amplio abanico de sentimientos.


Federico Casado Reina



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