En su faceta de “superwoman”, ahora Cayetana Guillén Cuervo ha decidido hacerse ella misma sus propias películas, habida cuenta de que ya muy poca gente la llama. Es cierto que está en la fatídica e injusta edad en la que las actrices son un tanto olvidadas –o bien las llaman cuando son jovencitas y monas, o bien ya las llaman en su ocaso, cuando tienen una presencia escénica incuestionable… si es que han conseguido aguantar la “travesía del desierto”-, pero también lo es que su trayectoria interpretativa ha sufrido un parón notable, quedándose en registros muy anquilosados que poco tienen que ver con su actual madurez. Los guionistas y realizadores de la excelente e injustamente olvidada por el público “Marta y alrededores” han tomado las riendas de este proyecto, que intenta infructuosamente de realizar un tratado sobre la lealtad, la fidelidad y el amor en una pareja, buceando hasta las motivaciones de una mujer madura que no está contenta con su presuntamente “perfecta” vida y se dedica a probar una y otra vez todo lo que le rodea, tanto a nivel sentimental, como profesional o simplemente sexual.
Todo es tan prosaico, tan falso, tan burdamente realizado, que en vez de provocar la reflexión provoca directamente risa: la protagonista del film es mucho más insoportable que su gata, que está permanentemente en celo y busca consuelo por todos sitios; además la cinta es un ejercicio de megalomanía considerable de su productora –la misma Cayetana…- que aparece en cada plano del film en un papel realmente increíble para la estructura dramática de la cinta. Ningún personaje sería capaz de aguantar a esa petarda que desde luego tiene un lío en su cerebro que ni ella misma conoce. Si además sumamos un elemento de artificiosa pretenciosidad, que para colmo está muy mal rodado, tenemos un producto verdaderamente nefasto, que añade otro punto negativo a la actual producción española, perdiendo aún más espectadores y resquebrajando todavía más la precaria situación de la industria española.