Ficha película

Título:
Amar al límite
Director:
Peter Sehr
Intérpretes:
Adrien Brody, Charlotte Ayanna, Jon Seda, August Diehl, Pam Grier, Liza Jessie Peterson, Elizabeth R
Calificación:
Crítica

Un año antes de realizar la soberbia interpretación de “El pianista” y ganar con ello un Oscar, Adrien Brody realizó un film en principio de lo más olvidable –cuenta la historia de un timador neoyorquino que involucra a sus amigos y novia en sus estafas- pero que en realidad, y trascendida la anécdota argumental del arranque, se convierte en una arrebatadora historia de amor. Basada en una novela china de Wang Shuo y dirigida por el veterano realizador alemán Peter Sehr, este film supuso no solo la entrada por la puerta grande para Brody –siendo fichado por Roman Polanski para su propia y demoledora versión del holocausto- sino también para el propio director, que fijándose en uno de los chavales protagonistas de “Las flores de Harrison”, decidió convertirlo en el núcleo de una historia muchas veces contada, pero nunca con la profundidad y sensibilidad de la película que nos ocupa: ahora el timador no es que sea un dechado de virtudes, ni siquiera es un “Robin Hood” que ayude a los pobres, pero en cambio tiene verdaderos conflictos interiores con sus aspiraciones personales y lo que es más importante, con su propia chica, a la que intenta alejarla de la manera más brutal de sus conspiraciones ilegales y de su propia compañía.
Esa original disquisición de un delincuente de la calaña del protagonista –que es capaz de organizar un engaño con actrices fingiendo ser prostitutas, traficantes, violencia y todo tipo de recursos- ha conseguido dar una vuelta más de tuerca de lo que David Mamet realizó con uno de sus últimos filmes, “El último golpe”, pero con la diferencia del perfil del personaje principal, ya que si Mamet lo veía como un tahúr por encima de todo, Sehr tiene la capacidad –justificada por la evolución de la historia- de verlo como una simple persona, con sus debilidades, miserias y grandezas y capaz de reflexionar sobre todas las barrabasadas que está haciendo para sobrevivir, que lo hace, sí, pero a costa de vender su propia alma. Y lo que es peor, también la de su novia.
No hacía falta que Brody ganara un Oscar para saber lo buen actor que era, con infinidad de registros y una capacidad casi increíble de transmitir en pantalla, llenando cada uno de los planos de esta excelentísimamente bien construida cinta, que consigue replantear no solo el egoísmo y la ambición perennemente anidada en el corazón de la sociedad contemporánea –retratada con muchísimo acierto por un chino-, sino también la génesis del amor y los sentimientos, con la frontera de los propios sentimientos como límite de la cordura en una relación entre dos personas que, a la postre, quieren lo mejor el uno para el otro… ¿o quizás lo mejor para uno mismo?


Federico Casado Reina



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