Ficha película

Título:
La pasión de Cristo
Director:
Mel Gibson
Intérpretes:
James Caviezel, Monica Bellucci, Maia Morgenstern, Sergio Rubini, Rosalinda Celentano, Francesco De
Calificación:
Crítica

El Gibson es un lince. Además de haber demostrado anteriormente un notable dominio de la profesión de dirigir cine –recordemos la entrañable e intimista “El hombre sin rostro”, donde jugaba magistralmente con los sentimientos, y la epopeya de “Braveheart”, donde supo manejar a la perfección las secuencias de acción y drama desatado-, también ha aprendido a crear un producto rentable y que pulsa la opinión pública mayoritaria. Si a todo ello sumamos su ferviente catolicismo, nos encontramos una película de vocación provocadora y tan llena de humanidad y visceralidad, que en muchos casos casi tenemos que apartar la visión de la pantalla.
La película se centra en las últimas doce horas en la vida de Jesucristo, desde la oración en el huerto de Getsemaní, hasta su crucifixión. Pero se ha intentado trasmitir una literalidad en el sufrimiento a todas luces innecesaria para contar esta historia, como también es completamente innecesario el uso del latín, el arameo y el hebreo para comprender el drama, tormento y éxtasis del Galileo, inmolado por sus ideas revolucionarias de paz y amor, frente a los intereses partidistas de unos cuantos sumos sacerdotes que intentaban monopolizar la espiritualidad de un pueblo ocupado como el judío a manos de la dominación romana. Otro de los temas controvertidos que ha levantado polémicas en torno a este film es su presunto antisemitismo, y lo cierto es que el pueblo de David no queda muy bien parado, aunque no existe un sentido manifiesto a la hora de demonizar a estos personajes.
La película, además, está muy bien dirigida, articulada y contiene imágenes realmente impresionantes, no ya por su brutalidad, sino por el buen oficio que tiene Gibson detrás de la cámara, pero su discurso resulta francamente infantil, creando a buenos buenísimos y a malos malísimos, en una galería francamente maniquea de personajes donde únicamente se pueden salvar en el guión Pedro y Poncio Pilatos. Además se ha desaprovechado un personaje inquietante que podría haber dinamizado mucho más la historia: nada más y nada menos que Satán, que aparece durante toda la pasión, intentando tentar a Jesucristo para que no elija el camino de la autoinmolación por el hombre; así, el trabajo de Rosalinda Celentano es brillante, como también lo son todas las secuencias en el arrepentimiento de Judas Iscariote, que además de lástima provocan una verdadera turbación en el espectador. Si la juzgamos como película, es demasiado simplista, demasiado obvia y brutal, aunque no hay que dejar de reconocer la brillante factura, especialmente la banda sonora de Debney, pero es inevitable verla más como una maniobra prácticamente comercial, en la que se han pulsado exactamente todas las teclas precisas para crear un producto comercial, que involucre ideológica y espiritualmente a los espectadores, o en un sentido o en otro. Evidentemente, Gibson ha seguido la política de Cecil B. de Mille, a la hora de aprovechar 2000 años de publicidad.


Federico Casado Reina



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